En 1882 los hermanos Agustín y Manuel García Carmona, ingeniero el primero y comerciante el segundo, construyen una fábrica de azúcar en el Pago del Lugar: ‘Azucarera Hermanos García Carmona’. Dos años después, quebraría.
El primitivo ingenio azucarero se convertiría así con el paso del tiempo, en una futura fábrica de conservas de vegetales de la mano del empresario Fernando García Espín. Nacía por tanto, una nueva etapa en marzo de 1926 dando inicio en Adra a la ‘Santa Isabel’, nombre que recibe la fábrica en honor a su mujer.
Este empresario natural de Canjáyar, según datos del insigne Licenciado en Ciencias de la información y abderitano, Antonio López Romero, se instala en Adra hacia 1924 y, en el año 1926 comienza a fabricar las primeras conservas en lata, que distribuye en parte a través del puerto de Adra.
La Fábrica de Conservas vegetales en 1929, era una de las escasas industrias regionales que honraban a Almería estando instalada en las afueras de la ciudad de Adra. Fue creada gracias a la gran iniciativa y actividad creadora del señor García Espín, montándola con arreglo a los últimos adelantos de aquél tiempo, tanto en lo que afectaba a su maquinaria, importada toda ella de Alemania y Francia, como en lo que se relacionaba con sus procedimientos de fabricación.
La Fábrica Santa Isabel estaba instalada en un magnífico edificio propio, con amplias y ventiladas naves, dedicadas a sala de máquinas, sala de elaboraciones, sala de motores y taller de reparaciones, departamento de calderas de vapor; de armado de cajas de madera para envases, y garaje.
La fábrica tenía agua abundantísima de un manantial propio dentro de sus recintos, la cual se elevaba con potentes bombas a los grandes depósitos regando por medio de tuberías toda la sala de elaboraciones, abasteciendo los depósitos de refrigeración de botes y facilitando así una escrupulosa y completísima limpieza que diariamente se hacia en el edificio.
Como complemento a la magnífica instalación, la Fábrica de ‘Santa Isabel’ contaba con dos casas anexas en las que se encontraba instalado todo el personal permanente de la misma y los despachos de contabilidad. Esta importante industria que en pocos años fue adquiriendo un desarrollo muy interesante, estaba dirigida directamente por su propietario, Fernando García Espín, y completaba su plantilla de personal técnico, un administrador, un jefe de cocina, un mecánico ajustador, un viajante, un hojalatero. un maquinista, un contable y el personal subalterno necesario.
Durante la campaña o sea la temporada de fabricación, se emplean además del personal permanente a más de cien mujeres y doce o quince hombres. Los productos que esta fábrica elaboraba entre otros, eran guisantes al natural, tomate al natural y en pasta (en menor cantidad), melocotón al natural y en almíbar, y mermeladas de varias frutas.
Estos productos, por el esmero de su selección y fabricación, por su bondad, pureza y presentación elegante, lograron un sólido crédito, invadiendo los principales mercados del Norte de Africa, Andalucía, Castilla y Barcelona.
El espíritu inquieto del señor García Espín, hizo abrir a su industria nuevos horizontes y un amplio radio de acción exportando con sorprendente éxito sus productos a los mercados extranjeros, donde tuvieron una gran aceptación.
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