Con una inversión de 44.000 pesetas y mucha ilusión por emprender
un nuevo negocio, allá por el año 1970 Diego Fernández 'el Pandereta' y
su cuñado abrían el que fue el primer supermercado de toda
Huércal-Overa. “En poco más de un año habíamos sacado 900.000
pesetas”, recuerda Diego desde el que ha sido su mostrador durante casi toda una vida. Poco después de esa fundación hace más de medio siglo, se hizo responsable del ya histórico negocio de forma íntegra.
Como si de una de
las superficies de Francisco Roig se tratase, el Supermercado del
Pandereta “fue toda una novedad en el pueblo” y así sigue
siéndolo más de medio siglo después. Basta con acercarse cualquier
día hasta el número cuatro de la calle Juan Ramón Jiménez, para
comprobar en primera persona el trasiego incansable de clientela que
siguen conservando en esta tienda de ultramarinos “de toda la
vida”.
¿El secreto? “Cumplir como se debe con los
clientes y algunas veces sufrir lo que no se debe sufrir por ellos.
Aunque te estés perjudicando hay que tenderle la mano al cliente”,
asegura Diego Fernández, que a sus 94 años y, ya en posición de mero
espectador, se sienta a saludar a su clientela cada mañana. Cada persona que traspasa la puerta hace su primera parada junto al
patriarca. “El tesoro más grande está aquí”, dice al entrar una mujer de mediana edad. “¡Qué bien
que está el jefe, qué guapo, que dios lo bendiga”, comenta la siguiente.
Mientras
tanto, su hija, Nicolasa Fernández, sigue el relevo de su padre y les ofrece a
sus vecinos siempre con una sonrisa todo lo que en su establecimiento se
encuentra. Sin olvidar, por supuesto, uno de sus grandes atractivos
para los vecinos: la fruta y la verdura fresca, junto con repostería
tradicional del pueblo y algún que otro producto “de toda la vida”
que se hace casi imposible de conseguir en algunas tiendas más
modernas.
‘Nico’, como la conocen sus vecinos y
clientes, nació detrás del mostrador. “Con nueve años ya era la
jefa de la caja registradora”, recordaba su padre. Y es que la
huercalense es una apasionada de su trabajo donde se encuentra como
“en familia”, y es que las vecinas que frecuentan el supermercado
la han visto crecer, “te hemos criado” bromean entre compras.
Los lunes, -día histórico de mercadillo en el
municipio-, Nico rememora cómo faltaba al colegio para ir a atender a
la tienda y así pasó de ayudar cuando podía a hacerse cargo
por completo tras la jubilación de su padre. “Ya llevo 52 años,
no he trabajado en otro sitio que no sea aquí”.
Si bien las tiendas
de “toda la vida”, hace unos años se vieron avocadas al cierre
con la llegada de las grandes superficies, el Supermercado del
Pandereta mantiene una clientela fija y fiel y según su nueva
gerente, les va muy bien. Sin embargo y a pesar del éxito del
negocio familiar, dos generaciones después el Supermercado del
Pandereta no cuenta con relevo generacional.
“Mis hijos
un día me dijeron que teníamos una porquería de trabajo, que no
teníamos vacaciones”, recordaba Nico. Por eso la huercalense animó
a sus hijos a formarse para dedicarse a algo que les permitiese tener
mejor calidad de vida. “Les dije: tu padre y yo ya no podemos
volver atrás pero vosotros aún estáis a tiempo de tener un trabajo
mejor”.
El sacrificio y las horas empleadas en el
negocio no han sido pocas. “Mi marido se levanta a las cinco de la
mañana para ir a por el género de fruta y verdura para tenerlo
fresco cada día”. La persiana del Pandereta está abierta desde
las siete y media de la mañana. A pesar de lo duro de su oficio,
esta vecina de Huércal-Overa puede decir a boca llena que "mi trabajo me encanta. A mi hablar con la gente y tratarlos como si
todos fueran familia y servirles lo mejor que pueda... me
encanta”.
Eso sí, reconoce que está dispuesta a traspasar la
tienda el día que le toque jubilarse. “No me importaría que la
llevase cualquier vecino, solo para que no se pierda”. A
sus 59 años Nico lleva ya 52 a cargo de este emblema familiar con
cariño y pasión y así se lo reconoce su padre quien, al
preguntarle por cómo lleva la tienda su hija, responde con la gracia
que le caracteriza: “¡Mama Mia, estupendísimamente bien!”.
Así sobrevive en el tiempo un cachito de la historia de
todos los huercalenses, en esa pequeña calle ubicada en pleno centro
neurálgico del municipio de la mano de Los Pandereta, quienes no solo
han visto crecer a sus vecinos sino a quienes sus vecinos también
les han visto crecer.
Diego recuerda como cada tarde las hijas de las vecinas de alrededor acudían sin falta a la tienda para jugar, limpiar y echarle una mano. "No había un joven o niño que no se pasase por la tienda del Pandereta". Traspasando la mera relación de
tendero y cliente hasta formar parte de una gran familia en la que
prevalece el cariño y el buen humor de Diego y Nico que sobrepasan las barreras de lo meramente profesional y así se lo reconocen sus
vecinos, que no dudan en seguir acudiendo a su supermercado de toda
la vida.
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