Macael

La voz de los canteros del mármol compone la vida y la historia de un pueblo

Juana, Emilio, Francisco, Fina o Andrés son los vecinos protagonistas de un documental

Canteros del mármol de Macael en una fotografía antigua de 'Macael Turismo'.
Canteros del mármol de Macael en una fotografía antigua de 'Macael Turismo'. La Voz
Marina Ginés
18:10 • 03 jun. 2024 / actualizado a las 19:37 • 03 jun. 2024

Juana Colmenero, Emilio Cruz, Francisco Alías, Fina Pastor o Andrés Segura, son algunas de las voces encargadas de mostrar ese “algo especial” que significa este oficio de Cantero del mármol para los de Macael. Esa tradición viva y heredada que ayuda a configurar la vida como hoy día la conocemos en esta localidad, se hace más real que nunca de la mano de esos artesanos de la piedra natural, de sus arrieros, carreteros, amoladoras o de sus canteros.

Así una nueva proyección audiovisual con forma de documental busca poner en valor este patrimonio cultural: La cantería del mármol en Macael. Promovido por el Ayuntamiento, producido por Galo Visual, y financiado por el Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación de Almería, dentro del Programa de Divulgación del Patrimonio Histórico, Artístico y Etnográfico de municipios Almerienses.

Este documental es una prueba más de que este oficio almeriense es más que merecedor del título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, una lista que espera engrosar desde 2020. Y es que, la Cantería del Mármol de Macael está declarada Bien de Interés Cultural, por Cultura - Junta de Andalucía, pero espera ir mucho más allá.

El alcalde, Raúl Martínez, (quien también forma parte de la producción) explica que “el que la cantería del Mármol de Macael fuese denominada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, significaría muchísimo para el pueblo, sobre todo para proteger ese patrimonio que significa trabajar en nuestra sierra, ser cantero y utilizar las técnicas que se utilizan aquí” .

Solo basta hablar con algún vecino para darse cuenta cómo este oficio ha esculpido las vidas y vivencias de las familias de este pueblo almeriense. Todos y cada uno de los habitantes de Macael tienen relación con el mármol de alguna u otra forma lo que convertiría este oficio en un Patrimonio Inmaterial más que digno para formar parte de esa lista internacional de la UNESCO, en el que ya se encuentran El Silbo Gomero (de las Islas Canarias) o Los Tribunales de Regantes del Mediterráneo Español con el Consejo de Hombres Buenos de la Huerta de Murcia y el Tribunal de las Aguas de la Huerta de Valencia.

Así lo cuenta Emilio Cruz, cantero jubilado, que recuerda en el documental como empezó su vida laboral a la temprana edad de los 12 años, como aprendiz en un taller. “Cuando tenía 15 años me fui a aprender el oficio de cantero”, un oficio muy duro y sacrificado donde por desgracia, “la caracola se tocaba con frecuencia”, (esta anunciaba un accidente en la cantera).

Raúl Martínez reseña que cada uno de esos accidentes son “una cicatriz que se queda marcada en nuestro pueblo”. El trabajo en la sierra de Macael, es un trabajo muy duro y arriesgado, “la sierra nos ha arrebatado algunas vidas. Es un trabajo peligroso, que trabajas con maquinaria pesada. Ya no es como antes pero sigue siendo peligroso”.

En torno a la cantería del mármol, como si de satélites se tratasen, existían esos otros oficios como los de arriero, carretero o amoladoras. Todos ellos igual de importantes e imprescindibles en la idiosincrasia macaelera.

Francisco Alías, recuerda como estando en el colegio su madre fue a buscarle alborotada porque había faltado un arriero, (los encargados de llevarles la comida a los canteros). “Solo me dijeron que no se parase el burro hasta que llegásemos a la cantera”. Fina Pastor, (hija de cantero), recuerda el cesto de esparto que mandaban cada día a su padre. “Un puchero de barro lleno de migas, se envolvía con un trapo de cocina y en una cazuelilla pequeña de porcelana se echaban los pimientos fritos y los pescados o tocino. Le echaban también habas o rábanos y un trocico de pan con embutido".

El cesto del cantero siempre llevaba lo mejor que había en la casa
, así lo recuerda Fina, "lo mejor que había siempre era para el padre que estaba trabajando". En su mayoría, recuerda Alías, que los arrieros eran niños y ancianos que subían con sus burras y los cestos de comida que preparaban las esposas en el pueblo para abastecer a los canteros en su dura jornada laboral.

Así lo afirma también Andrés Segura, quien recuerda su infancia como arriero, para más tarde convertirse en carretero (los encargados de bajar los bloques de mármol desde las canteras empujados por bueyes en carros). “Llevaba yo un par de bueyes, iba a las canteras y allí cargaba el carro amarraba los bloques y me volvía al pueblo”.

Un trabajo que Segura recuerda muy duro, “los frenos eran unos palos para frenar las ruedas, había unas cuestas muy malas, y había que madrugar mucho. A las 5 o 6 de la mañana estábamos en las canteras porque cuando hacía mucha calor, se asfixiaban los animales, había que madrugar se trabajaba más de noche que de día, para ser carretero de bueyes había que dormir al lado de ellos”.

María del Carmen Castellón, hija de era María ‘La Mandila’, recuerda como su madre se dedicaba a amolar fregaderos, un oficio destinado a las mujeres viudas que tenían que salir adelante cuando el cabeza de familia faltaba. “Yo era muy pequeña pero recuerdo ir con ella al taller y me acuerdo como se ponía, sus posturas…tenía un trapo lleno de sus piedras de diferentes tamaños con las que se realizaban este trabajo”.

Desde Granada hasta Dubái, el mármol de Macael ha viajado a través de los siglos siendo parte de algunos de los monumentos y edificios más emblemáticos del planeta. Así este municipio almeriense atesora un rico patrimonio cultural y natural relacionado con esta preciada roca, de ahí que también sea conocida como “la Ciudad del Oro Blanco”, un distintivo que espera ser reconocido por la UNESCO.










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