Dice una célebre cita del filósofo Henry David Thoreau que la
bondad es la única inversión que nunca falla. Si no les separaran
más de cien años en el tiempo, sería fácil creer que el pensador americano plasmó esta máxima tras una conversación con Juan Cano (Antas ,1958). Porque al fundador
de Transintercano, las empresa familiar con sede en Antas y que se ha
convertido en un verdadero referente dentro del sector, no le sale
hablar de sí mismo si no es mostrando su agradecimiento, uno tras
otro, a quienes en algún momento -por muchas décadas que hayan
pasado- le han tendido la mano para llegar a ser quien es hoy.
Lo hace de manera
natural y en prácticamente cada respuesta. ¿Cómo empezó todo?
“Esto comenzó en el año 1986”, anticipa, como en las grandes
historias. “Gabriel Barranco -que en paz descanse- fundador de
Agroponiente y La Unión entre otras empresas, era un hombre muy
emprendedor y mejor persona. Tras una campaña trabajando para él
como conductor de un camión de otra empresa, me propuso comprar un
camión al 50%. Fui a la oficina de Cajamar en Antas, el director era
Francisco Alonso, y le dije que necesitaba comprar un camión pero
que ni tenía dinero ni quien me avalara. Me dijo: tráeme una
fotografía de tu casa y mañana tienes el dinero. Y ahí comenzó la
andadura”. Hoy tiene 350 camiones.
Ahí lo tienen. Dos
agradecimientos en una primera respuesta. Escuchándole, se podría
tener la tentación de pensar que el espíritu emprendedor es algo
que se contagia en esta provincia casi con la facilidad de un virus,
e igual no le falta razón a la vista de los hechos para los que se
remonta justo tres décadas. “En 1994 teníamos cuatro camiones y
decidí comprarle a mi socio su 50%. Le comenté que me faltaba
dinero para pagar esa parte y me dijo: Vamos a la notaría, firmamos
y cuando puedas, me pagas. Y así lo hicimos. Quise pagarle antes y
me dijo que esperara, que primero tenía que criar a mis hijos y
salir adelante,pPor lo que le pagué cuando pude y cuando él quiso”.
Antes incluso de
esos años, hubo un tiempo en los que uno de los empresarios más
conocidos de Almería era el encargado de coger el volante durante
miles de kilómetros, lo que también le ha valido para ser quien es
hoy. “Es la suma de mucho sacrificio y de muchas penas y noches sin
dormir. El principio de todo esto fue comer muchas latas de sardina
por toda Europa, lo que me sirvió para adquirir experiencia tanto en
mecánica como en el trato con conductores, porque cuando uno ha
hecho lo que otros hacen ahora, ya sabe cómo tratarlos”.
Algo más de una
década después, en 2016, la que ya era únicamente su empresa
contaba con 350 camiones “pagados en propiedad”, además de “las
instalaciones de Antas, junto a otras en la provincia de Barcelona”.
Fue en ese año cuando decidió diversificar el negocio al prever
“una crisis de mano de obra en el sector” por lo que decidió
invertir en la agricultura y concretamente en cítricos. “A día de
hoy tengo más de 300 hectáreas en producción”, detalla.
Pero no sólo hace gala de lo que posee sino que también subraya quienes le han rodeado durante estos años como son los empleados. “He tenido la gran suerte de contar con unos grandes profesionales y personas a mi lado que, algunos casos, llevan trabajando hasta más de 30 años con nosotros”, reconoce.
Desde luego, si algo
obsesiona a Juan Cano -más allá de su empresa y trabajo- es
mantener “el crédito”. Sin embargo, el hecho de que se trate de
uno de los mayores empresarios de la provincia, ayuda a que uno corra
el riesgo de confundirse. No se trata del crédito bancario, sino
humano. “Si tienes crédito y eres una persona formal y humilde, la
gente cree en ti”, sentencia.
Y lo hace desde la
experiencia propia, al recordar cómo llegaron hasta sus
instalaciones, aún sin poner un duro -o entonces, una peseta-
camiones por valor de 500 millones. “Si pierdes el crédito estás
acabado”, reitera. “Recuerdo hace años cuando, a través de Juan
Carrión, hice un pedido de camiones por 500 millones de las antiguas
pesetas. Me los descargó aquí sin haberle dado ni una sola peseta.
Me dijo que ya tenía los camiones matriculados. Yo le dije: ¿y si
ahora no te los pago? Pues te quedas con ellos, me respondió”. A
la anécdota, que es más que eso, le acompaña una sonrisa que
esconde el -de nuevo-agradecimiento que siente por algo sucedido hace
lustros. “Ya los tienes sin firmar un papel. Haz lo que quieras.
Será porque la vida
le ha puesto para transitar este camino junto a nombres como el de
Gabriel Barranco o Juan Carrión o por los aprendido de sus
familiares y más allegados a lo largo de toda una vida, pero Juan
Cano no olvida su principal máxima. No se quiere desprender de la
humildad ni de sus quehaceres diarios que, en la medida de lo
posible, son los mismos que hace treinta años. Charlar con sus
vecinos, el amor por Antas y la pasión por el deporte y estar rodeado de su
gente. “Es mi forma de ser. Siempre he transmitido a mis hijos que
hay que ser humilde y que nunca hay que creerse el rey del mambo,
porque el rey del mambo, no existe”. Esta afirmación, la
de que “el rey del mambo no existe”, es la única que reitera en
varias ocasiones durante la entrevista. Queda claro el porqué.
En cualquier caso,
su trabajo y esa forma de ser le llevó hace tan sólo unas semanas a
recoger el galardón de 'Familia-Empresa 2024' de manos del alcalde
Málaga, Francisco de la Torre, dentro los premios impulsados por la
Cátedra BBVA de Empresa Familiar de San Telmo Business School. Un
galardón que le ha “llenado de satisfacción” y que supone “un
reconocimiento al esfuerzo que he hecho durante tantos años”,
celebra.
Es en ese momento
cuando sale de nuevo a colación el carácter familiar que mantiene
la gran empresa y por el que se siente igualmente “muy satisfecho”,
abriendo una nueva “etapa” en la sociedad. “Ahora estamos en
otra etapa en la que ya se han incorporado mis tres hijos. Mi hija
Cristina, la mayor, hizo Marketing y tras seis años en Inglaterra
volvió y actualmente es la directora comercial. Elena, licenciada en
Administración y Dirección de Empresas y recientemente en Derecho, está en el
Departamento de Administración y Juan Carlos acaba de incorporarse
tras hacer Relaciones Laborales y está en el Departamento de
Exportación”.
Futuro y ampliación
La satisfacción es
doble ya que, en este caso, no ha sido él quien les ha intentado
convencer durante año para que le acompañen en la empresa sino que
“han venido ellos porque les gusta el sector y han sido los que han
decidido trabajar aquí”. Al hablar del futuro, destaca la
ampliación de las instalaciones en la que ya está trabajando y que
será de 7.000 metros destinados a “oficinas, talleres y nave para
logística”.
Así las cosas y con
la continuidad de la empresa familia asegurada, ¿cómo se imagina el
futuro del sector dentro de 20 años?. “Lo veo muy complicado pero
el transporte por carretera siempre va a existir. Si llega el AVE
habrá que usar camiones para llevar la mercancía del lugar de
producción al AVE. En destino, habrá que usarlos para coger la
mercancía y llevarla al destino final. Para productos perecederos y
de corta vida, en mi opinión es inviable el AVE”, reflexiona antes
de responder a si la sociedad almeriense valora el sector del
transporte como tanto como a otros que sostienen a esta tierra.
“A veces no se
valora la importancia que tiene. Todo lo que comemos, vestimos y
utilizamos cada día se mueve por medio del transporte” y pone lo
ocurrido en la pandemia como el ejemplo perfecto de ello. “La prueba
está en la dependencia que había durante esos años. Recuerdo
descargar el camión en una gran superficie y antes de descargarlo ya
estaba vendido”, subraya.
A las instituciones
no les pide demasiado pero sí que, al menos se acuerden del sector
porque “no existen subvenciones para el Transporte, ni para
renovaciones de flota”. De hecho, su flota ha reducido un 20% las
emisiones “en cuestión de un año” y, por lo tanto, la huella de
carbono. Aunque esa apuesta la ha realizado “a pulmón, sin recibir
ni una ayuda de parte de la Administración”.
Siempre que
ha podido, durante las visitas de políticos de primer
nivel que ha recibido, recuerda al responsable público de turno “el
error muy grande” que se cometió “cuando la Junta de Andalucía
cambio en 2012 la tramitación que permitía obtener el carné para
ser conductor profesional, que entonces era casi gratuita. “Lo han
complicado de tal manera que se pasó de pagar 80 euros por las tasas
a tener que hacer ocho exámenes y pagar 5.000 o 6.000 euros, por lo
que no todo el mundo tiene acceso y se creó una crisis de
conductores. A día de hoy continúa así. Lo puse en conocimiento de
la Junta de Andalucía y a nivel de ministros de Transportes de
España pero nadie ha movido nada”, lamenta.
Sin embargo, más
allá de su sector mira con optimismo. Incluso ante un descenso como
el de la UD Almería, de la que es fiel colaborador y seguidor. “Hay
que colaborar con el deporte y si encima es una cosa que te gusta…”,
anima antes de apuntar que “la gente no se da cuenta de lo difícil
que es estar en Primera División. Córdoba es una ciudad que tiene
el doble de habitantes que Almería y se han tirado tres días
celebrando el ascenso a Segunda División”, cuenta a modo de
anécdota.
El mismo optimismo
se da al hablar del futuro de su comarca, la del Levante Almeriense,
que espera con expectación la llegada del AVE. Eso sí, considera
que sin otra llegada, demandada aún antes que la de la Alta
Velocidad, habrá poco que hacer. “Si los políticos se mueven,
solo falta una cosa pero es la más importante: el agua. No podemos
depender de que llueva en Granada. Tenemos el mar al lado. Si son
capaces de construir desaladoras y abastecer la comarca de agua habrá
un crecimiento espectacular”, confía antes de -hablando de futuro-
responder a los consejos que les ha transmitido a sus hijos.
“Les he dicho que
hay que tirar para adelante pero no penséis que es todo bueno,
porque vendrán ratos muy malos y de mucho sacrificio. Por bien que
vayan las cosas nunca penséis que eres el rey del mambo porque el
rey del mambo no existe”. Quizás lleve razón y el rey del mambo
no exista. Otra cosa, mucho más debatible para cualquiera que
comparta con Juan Cano unos minutos de conversación, sería negar
que exista el rey del transporte.
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