El Mini Hollywood honra a empresarios históricos de Almería

El mayor centro de ocio de la provincia inaugura un Museo dedicado a los audaces de esta tierra

Rossell y Góméz Vivancos sentados junto a familia  y políticos; arriba, exterior del Museo; abajo, Manuel León, autor, y Enrique Martínez, adaptador.
Rossell y Góméz Vivancos sentados junto a familia y políticos; arriba, exterior del Museo; abajo, Manuel León, autor, y Enrique Martínez, adaptador. La Voz
La Voz
00:17 • 19 jul. 2024 / actualizado a las 09:42 • 19 jul. 2024

Están ahora ahí -junto a ese espacio mítico donde Almería empezó a ser el Lejano Oeste- los retratos de casi medio centenar de audaces almerienses que crearon empresas que han transcendido el paso de los años; están ahí formando parte ya del nuevo Museo de Familias y Empresarios Históricos de Almería que viene a poner la quintaesencia de ese santuario exótico, venerado más por los de fuera que por los de dentro, que es el Mini Hollywood de Tabernas (más de 300.000 visitantes lo contemplan cada año, más que la mismísima Alcazaba moruna); están ahí todos esos intrépidos en orlas sujetas a la pared, como están los mejores estudiantes de una Universidad; están ahí por empeño personal de José María Rossell, el propietario de ese parque de atracciones único en Europa que aúna  animales de todo pelaje, poblados de vaqueros, establos de caballos, museos de carros y de cine y ahora esta pequeña capilla Sixtina de las sagas empresariales que han contribuido a hacer más grande Almería.



Rossell podrá tener más de 50 hoteles en su portfolio, pero el Mini Hollywood, a pesar del termómetro, a pesar de la lejanía de su despacho roquetero, es su ojito derecho. Ayer inauguró este nuevo espacio museístico bajo la canícula, acompañado de su esposa Mar Agüero, de sus hijos José María y Daniel, del alcalde de Tabernas, José Díaz, la diputada Almudena Morales, el concejal capitalino Joaquín Pérez de la Blanca, y eslabones de ilustres familias como Manola Baraza, de Terraza Carmona; el intrépido Ramón Gómez Vivancos, nonagenario y con la cabeza en su sitio; Enrique Martínez Leiva, hijo de Dolores Leiva, visionaria emprendedora del Poniente almeriense;  las hijas de Luis Fernández Revuelta, pionero de las agencias de viaje en la provincia; y Lola Hernández, hija Bernardo Hernández, el gran Bernardo, el chófer de generaciones de almerienses y nijareños, uno de los pioneros del transporte por aquellas carreteras lúgubres de la provincia nuestra.



Fue como un encantamiento cervantino entre los presentes y el espíritu de los homenajeados, retratados y glosados por el periodista Manuel León, el autor de los textos y recopilador de las fotografías históricas junto al trabajo de Enrique Martínez Leiva (Plataforma X las marcas), como panelista y adaptador de la exposición; fue un mediodía delicioso de vivencias, recuerdos, anécdotas, pequeñas hazañas, pequeñas epopeyas urcitanas: desde allí, desde ese  cabaña que fue cuadra de caballos, mira ahora gente decidida y decisoria de la historia de Almería, que tuvieron mirada limpia, con  luces largas para adivinar el futuro: la Almería victoriana de los Spencer y Roda; el poder exportador de Romero Hermanos; los Durbán, señores del Tanagel; Los López Guillén, más de un siglo en el trasiego portuario; José Navarro Moner con su sueño de uvas y naranjas;  Los Junzas exportadores de la gamba roja; José Artés de Arcos, el rey de las patentes;  Doña Paquita, la dueña del Cabo; Los Escámez y sus almacenes; los Talleres de Oliveros donde sonaba siempre una sirena; Briseis y sus perfumes de París; Los Piquer que trajeron los tractores; Los Polansky y sus días de vino y rosas en Mójácar; Los  Góngora de El Ejido, con sus precios y sus pizarras; Juan del Aguila, fundador de la Rural; José Mayorga, el almeriense que creó Simago; Juan José Moreno y Alarcón que urbanizó Oliveros; Manuel Lao, el rey de las tragaperras; Paco Cosentino y toda su historia legendaria; y el propio Rossell, de botones a primer hotelero de Andalucía.



Todo eso está ya en el Mini Hollywood como en una cápsula del tiempo, en un Museo que transciende los años, protagonizado por estos personajes que hicieron la provincia más grande, más rica, gente con iniciativa, con empeño que no tuvieron miedo a equivocarse; una exposición, un nuevo Museo, sin tiempo y sin edad que pertenece a todos los almerienses que sientan el orgullo de serlo.




Los orígenes de un santuario de felicidad
María Rossell empezó a traer de visita a los primeros alemanes de Roquetas a las reliquias que quedaban de los  spaguetti western en Tabernas, el poblado aún no le pertenecía. Era el final de los 60 y los guías de Hoteles Playa tenían que pagar un impuesto revolucionario  de 50 pesetas a un tipo con aspecto de mexicano que decía que aquello lo vigilaba él. Por eso el empresario se alió con varias agencias de viaje y en 1970 le compraron ese terreno y las cuatro fachadas cochambrosas de adobe que quedaban en pie de los tiempos de vino y rosas de Sergio Leone a Alfredo Fraile, el manager de Julio Iglesias. 






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