El Ejido

Muere Teresa, la mujer centenaria de El Ejido que deja un legado imborrable

La almeriense ha fallecido a poco de cumplir los 100 años

Teresa Sánchez Muñoz.
Teresa Sánchez Muñoz. Ayuntamiento de El Ejido
La Voz
13:55 • 20 jul. 2024

Hoy la provincia de Almería se viste de luto para despedir a una persona muy querida del municipio de El Ejido. Teresa Sánchez Muñoz, nacida en El Bujo, ha fallecido en el fin de semana a poco de cumplir los 100 años. Una mujer centenaria que vivió sus últimos días con total lucidez, energía radiante y una salud envidiable.



Teresa Sánchez perteneció a esa generación de madres que han trabajo mucho, tanto en la labranza el campo como en el cuidado del hogar, y que han contribuido al crecimiento del municipio de El Ejido. Nació hace un siglo en el paraje El Bujo en Los Atajuelos, en la localidad ejidense, perteneciente a las familias de ‘Los Pelones’ y ‘Los Pichotes’, y pasó sus últimos instantes rodeada siempre del amor y el cuidado de sus 4 hijos, Virginio, Herminia, Francisco y Tere, además de sus 10 nietos y  sus 11 biznietos, dejando un legado imborrable de su paso por nuestra provincia. Descanse en paz.



El abuelo de Garrucha



El pasado marzo también nos dejó otra de las figuras centenarias de Almería.  Juan Escánez Cano, el abuelo de Garrucha, que nació en la meseta garruchera de La Jara, en una finca y un cortijo de don Carlos García Alix que sus padres, Antonio Escánez y Josefa Cano, llevaban en régimen de aparcería. Allí se crio Juan, cuando aún no era centenario sembrando trigo y cebada, abriendo surcos con el arado como en la antigua Mesopotamia.



Se marchó de emigrante a Suiza, a la ciudad de Basilea, como tantos otros paisanos. Allí se dedicó durante dos temporadas a buscar piezas de oro en un museo que había sido derrumbado hasta que regresó con algunos ahorros para poder poner alguna fanega más de tierra.



Al volver de Suiza, se metió a trabajar de jardinero en Puerto Rey, la nueva urbanización de los belgas, dirigida por el señor León. Allí vio caer las bombas de Palomares y allí metió a su hijo Paco de camarero, en la Posada Real, con Fernando el Campanero. Allí se jubiló y ayudó a montar a su hijo el Escánez, uno de los templos del marisco garruchero, como bien relató en su obituario Manuel León, compañero de esta redacción.





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