Los pueblos son sus calles, sus plazas, sus bares, sus fiestas, sus santos; los pueblos son sus costumbres, sus juegos, sus antojos, sus jardines, sus árboles; los pueblos son sus tiendas, sus rivalidades, sus procesiones, sus partidos de fútbol; los pueblos son sus anhelos, sus aromas, sus pleitos, sus frutos, sus voluntades, sus iglesias y sus cementerios. Pero los pueblos, los pueblos de Almería o de Lugo, son también la sangre que circula, lo que es un pueblo o deja de serlo es por sus habitantes, por sus pobladores, por las generaciones de genes que lo van modelando de mejor o peor manera. Por eso, los pueblos de Almería, además de la Iglesia, son sus curas, además de su ayuntamiento, son sus concejales, además de sus plazas, son sus pregoneros, además de sus tiendas, son sus tenderos, además de sus bares, son sus camareros.
Gádor ha caído en la cuenta de que eso es así: de que los pueblos son carne y son hueso, no solo asfalto, flores o cemento. Y, por eso, se ha aprobado por unanimidad de su Ayuntamiento, presidido por Lourdes Ramos, hacer un homenaje -en vida, vivos y coleando- a tres de sus vecinos más queridos, como hace un tiempo se lo hicieron, también en vida, a don Rafael González Migens, poniéndole su nombre a una plaza, un maestro de origen sevillano que enseñó números, letras y urbanidad a medio Gádor. No hay lotería más grande para un pueblo pequeño que le toque en suerte un buen maestro, como aquel entrañable don Gregorio, de La Lengua de las mariposas; como que le toque un alcalde como Eugenio -con sus detractores, que también hay que tenerlos- o un deportista como Gabriel o un músico como Manuel.
Por eso, como los homenajes, distinciones y toda suerte de prosopopeyas deben hacerse cuando aún corre la sangre por las venas de los honrados, el pueblo de la naranja y de los papaviejos, rotulará el actual centro cultural con el nombre de Eugenio Gonzálvez, quien logró infraestructuras importantes para un municipio de 3.000 habitantes; y el pabellón de deportes municipal, llevará el nombre de Gabriel Martínez, por su compromiso con el fomento de las actividades deportivas y por su inestimable aporte al deporte local; y la Escuela de Música y Danza gadorense, será nominada Escuela Manuel Hernández Núñez, vecino ilustre y figura clave en la educación musical del municipio. La labor incansable de Manuel ha enriquecido la vida cultural de ese pueblo y ha brindado a muchos jóvenes la oportunidad de desarrollar su talentos artísticos.
Gádor, con esta proclama, con este gesto de hidalguía de villazgo, muestra su profundo agradecimiento a estos vecinos que con su dedicación han hecho de esa villa un lugar mejor. Y con este gesto generoso, sus nombres permanecerán para siempre en la memoria colectiva de ese pueblo del Andarax. Está escrito en El Quijote que 'No es un hombre más que otro, si no hace más que otro'. Que sirva de ejemplo para otros municipios de la provincia donde, además de calles y plazas, habita gente con las dos v: valiosa y valerosa.
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