Santiago, o Roy Reece Miller, que es como le gusta firmar sus creaciones, concibió su primer videojuego después de ver Top Gun: un simulador de vuelo que le obligó a estudiar aeronáutica con tan solo 13 años.
Después de formarse en Informática, alistarse en el ejército y dedicarse a la cría de peces raya, decidió volcarse en lo que realmente le gustaba, eso que ya de niño le arrebató el corazón, por lo que se pasó cinco años desarrollando un motor de videojuegos para poder crear el suyo propio.
Así nació The Rocketeer Industres, y así nació ZeroMinus, un juego que busca entretener a la vez que estimula el cerebro, con el que han desarrollado una metodología para detectar perfiles con altas capacidades. “En el 2000, Eric Kandel descubrió la neuroplasticidad sináptica; es decir, que si se estimula el cerebro, idependientemente de la edad, regeneras las conexiones y las neuronas dañadas, y es justamente en la línea en la que estoy”, comenta Santiago.
El juego, que de momento solo está disponible para Android, pero que espera estar para iOS a final de año, tiene dos modalidades distintas, y quien lo prueba asegura no poder dejarlo: “Me dicen que es muy adictivo, pero es un juego matemático, no va a causar adicción negativa”, añade.
En cuanto a la filosofía del juego, Santiago prefiere alejarse de los estándares actuales: “No hay microcompras, porque me niego a integrarlas. Tampoco quiero meter anuncios como esos que dicen ser gratuitos pero te meten publicidad cada veinte segundos. Además, si yo le dejo el teléfono a mi sobrina de cinco años, tú no sabes adónde te va a llevar ese anuncio o si te va a llevar a compras, es peligroso. No me gusta ese planteamiento, prefiero el de los noventa”, asegura Santiago, recalcando que el juego tiene quince días gratuitos y que sea el consumidor quien decida: “Si tú consideras que mi trabajo merece la pena, lo compras; si no, lo vuelves a instalar y sigues jugando gratis”.
Móvil vs consolas
Santiago tiene claro que sus juegos no irán enfocados a plataformas como PC o PlayStation: “Yo quiero llegar al cien por cien de la población, y el móvil es algo que todo el mundo lleva encima. Puedes estar jugando en la parada de autobús, puedes jugar en el metro. Sin embargo, para todo lo demás tienes que estar en casa y de una forma determinada. Creo que hay más mercado en el mundo del móvil”, comenta.
Por otra parte, en un apartado más filosófico, Santiago está convencido de las similitudes entre nuestro mundo y el de los videojuegos, que, de alguna manera, no deja de ser una extensión. “Como decía un filósofo francés, todo se aprende jugando. Cuando eres pequeño, aprendes lo que está bien o lo que está mal a través de los juegos. Cuando haces algo bien tus padres te gratifican; si lo haces mal, te regañan. Eso es un videojuego realmente, o ganas puntos o pierdes y vuelves a empezar. Lo malo es que en la vida no podemos volver a empezar, hay que medir muy bien lo que hacemos”, reflexiona.
Afán por crear
Santiago, que además de videojuegos también está empezando a escribir novelas, cree que todos tenemos algo dentro que nos impulsa a crear, un afán innato de “Frankenstein” que nos permita poder decir “está vivo”: “Cuando lo subes a Internet o Google Play y pasa un mes y ves que llegan las descargas, que comienzan a acelerarse, no sabes adónde vas a llegar. Es muy emocionante”. Su empresa compite “con gente de cinco millones de presupuesto”, pero, aún así, ha conseguido alzarse con un premio de innovación. En un futuro, le gustaría llevar ZeroMinus a los eSports, los deportes electrónicos en los que jugadores de todo el mundo compiten entre sí.
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