Albox

El almeriense que dio un nombre falso antes de su muerte para salvar a los suyos

Miguel Ángel Alonso recupera la historia de José Gandía y de otro albojense de Los Coloraos

Monumento de homenaje a Los Coloraos conocido como El Pingurucho, en la capital almeriense.
Monumento de homenaje a Los Coloraos conocido como El Pingurucho, en la capital almeriense. La Voz
Guillermo Mirón
11:19 • 30 ago. 2024

El pasado 24 de agosto se cumplieron 200 años de un acontecimiento que marcó la historia de Almería. Se trata del fusilamiento de Los Coloraos, la expedición formada por medio centenar de liberales que desembarcó ese verano de 1824 para intentar revertir el régimen de Fernando VII y respirar en un país, al menos, algo más libre.

En su memoria se erige en la Plaza de la Constitución de la capital, a unos cuantos metros de donde fueron ejecutados, el monumento conocido como Pingurucho. Entre los restos que antaño reposaban bajo esta imponente columna figura el de un almeriense natural de Albox, José Gandía Abellán. "Un albojense de familia 'afrancesada' que se vio obligado a exiliarse a Gibraltar en 1814", explica el historiador Miguel Ángel Alonso, que ha profundizado en la historia de este 'colorao' que miró por proteger a los suyos hasta los últimos instantes de su vida.

Pero su investigación le ha llevado a otro hallazgo del que Alonso no tenía constancia. "Pensábamos que José era el único almeriense que viajó en el bergantín 'Federico' hasta Almería pero podemos afirmar que había otro almeriense, también de Albox, que se apellidaba Pérez". La suerte del 'nuevo' colorao fue bien distinta, ya que logró huir tras el desastroso intento de asalto a la ciudad de Almería para acabar con el régimen del Rey Fernando VII. Eso sí, tuvo que disfrazarse de pastor y esperar "bastante tiempo" hasta regresar a Albox. Desde entonces sus descendientes fueron conocidos como Los Coloraos.

El destino no guardó las mismas cartas para José Gandía. Una vez en Gibraltar, se encontraba en el punto donde se fraguó el asalto por parte de Los Coloraos a distintos puntos de Andalucía, entre ellos Almería, al que se sumó. "Partieron el 7 de agosto para Almería y llegaron el día 12 sobre la madrugada a la costa cercana a Roquetas de Mar", relata Alonso.

Una vez allí “comenzaron a comunicarse” con los almerienses 'afrancesados' o colaboradores que les esperaban en tierra. Fue entonces cuando José Gandía y sus compañeros empezaron "a conocer que la cosa pintaba mal”. Advertido de lo que estaba por llegar, el gobernador lanzó un bando ordenando "que todas las personas que llevaran residiendo menos de tres años en Almería tenían que irse de allí, al igual que todos los militares que no estuvieran adscritos a ningún servicio”.

Las señales eran tan evidentes como inocentes. Entre otras, los colaboradores de los coloraos habían acordado, en una ciudad sin apenas iluminación, encender los candiles de sus viviendas en las noches en las que podía sucederse la llegada de la embarcación de los liberales. Finalmente y tras reorganizarse en Huécija intentaron entrar "a una ciudad entonces aún amurallada" el 16 de agosto, aunque sobre lo ocurrido después se han escrito ríos de tinta. Fue un auténtico fracaso y salvo algunos que, como Pérez lograron escapar, el resto fueron fusilados "donde estaba la aduana, junto a la plaza Pavía".

Entre ellos José Gandía Abellán, sobre el que Miguel Ángel Alonso ha indagado por medio de numerosos documentos históricos hasta conocer que dio un nombre que no era el suyo. "Él sabía perfectamente a dónde iba y no quería causarle más problemas a los suyos. Dio el nombre falso de Francisco Rosas Barbero, de ahí que siempre se haya dicho que José Gandía era barbero, pero en absoluto".

Poco más se sabe de este almeriense pero lo que sí queda claro es que siempre, hasta el último instante de su vida, pensó en el bienestar y en que nada de lo que él defendiera, por muy loable que fuesen sus ideas, perjudicara a los suyos.

Testimonios que llegan hasta la actualidad



Los documentos a los que ha tenido acceso Alonso muestran cómo "en el mismo acta de defunción, el cura de los Jerónimos de Almería que le da sepultura anota en la partida de defunción que el nombre que le da es el de Francisco Rosas Barbero pero al final anota que su nombre real era José Gandía, natural de Albox". No quería causarle problemas a su gente, pese a que estaba en Gibraltar. Pero es algo que incluso a día de hoy vemos en guerrillas, con el uso de nombres clave".

La investigación del historiador sobre este 'colorao' se ha remontado incluso a sus antecesores, hallando también documentos en los que se le describe "como corto de talla por no alcanzar los cinco pies menos pulgada y media" que se exigía para ciertas labores militares.

En cuanto al otro albojense, del que por el momento solo se conoce su apellido Pérez, Alonso ha descrito a este periódico cómo ha tenido la oportunidad de charlar con Joaquín Pérez, de 81 años, y que recuerda perfectamente "lo que siempre le contaban sus tíos, la historia familiar de este Pérez que iba con 'chaqueta encarnada' a Almería". Así en la familia se ha transmitido generación tras generación cómo su antecesor "tras el fracaso de la operación, tuvo que esconderse en la sierra junto a Almería y disfrazarse de pastor para no ser capturado por los que los buscaban".









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