Cuando era niño reunía firmas con sus amigos para que su pueblo, Huercal de Almería, tuviera un skate park. Hoy como concejal de Deportes y Medio Ambiente, Jesús Pomedio (1978), ha conseguido un espacio para los patinadores, un circuito de pumptrack, un campillo para bicicletas BMX, tenis de mesa adaptado para discapacitados y está trabajando para que pronto se abra la piscina climatizada. Pero lo que más le llena en esta vida es el club de ciclismo que lleva con adolescentes, transmitir los valores del deporte y el amor por la naturaleza.
Hace cinco años que tomó posesión del cargo casi por accidente. “El alcalde, Ismael Torres, me llamaba mucho para contar con mi consejo como deportista hasta que un día me ofreció formar parte de las listas”, dice Pomedio. Entrar en política no era algo que hubiera estado en sus planes. Después de meditarlo y consultarlo con su familia se subió al tren, como él dice. Las desventajas de la política es que algunas relaciones se tensan y, las ventajas; el agradecimiento de los vecinos cuando disfrutan de las instalaciones y eventos.
“Hay cosas muy feas como gente que te deja de saludar, pero sabía que me iba a pasar algo así porque mi padre fue concejal de urbanismo en los ochenta cuando el pueblo tenía solo 2.500 habitantes. Claro que eran otros tiempos entonces ni cobraran por el cargo y se dedicaban a la política después de su trabajo”, dice él.
Pomedio encontró a los 18 años su pasión en la escalada y a referentes en su estilo de vida. Los montañeros eran mayores que él, solteros, sin hijos, lo enseñaron a vivir en la montaña, a dormir al raso, a bañarse en el río, a vivir como siempre lo han hecho los seres humanos, en contacto y armonía con la naturaleza. Casi a los treinta celebró la vida en escalada libre en la vía La Pepa (175 metros de altura), hoy todavía se le ponen los pelos de punta al recordar su marca personal, pero también ha ganado la desértica y ha sido campeón andaluz de MBT en su categoría.
La suerte
El concejal se siente un afortunado, la suerte lo ha encontrado varias veces en la vida. Como cuando tenía 23 años y a él y a su hermano les tocó un gordo de la lotería de Navidad. Pomedio se tomó un año sabático, compró una camper, se dedicó a surfear y junto a su hermano fundaron una empresa de trabajos verticales y reformas en Almería. Aquel negocio llegó a tener seis empleados, pero después de ocho años funcionando todo se fue al traste en la crisis de 2008.
Entonces para que las deudas no lo ahogaron comenzó a trabajar como vigilante de seguridad en el centro comercial Mediterráneo. “Me corté las rastas, me quité los pendientes, me puse un traje y empecé a trabajar”, dice Pomedio que pasaba el tiempo esperando a que alguien robara para que pasara algo de acción. Fueron años duros, la mitad del sueldo era para pagar deudas y gracias que tenía padres que le dieron techo y comida.
Aquel trance pasó y Pomedio encontró un nuevo trabajo en un campo donde podía desarrollarse como mecánico de bicicletas. Pero a veces el trato con la gente en la venta lo desesperaba, para entonces desarrolló una técnica con la que armarse de paciencia. “Me gusta mucho el cachondeo y tenía una botella de agua medio vacía entonces le escribí paciencia. Cuando perdía la paciencia bebía de la botella y de aquella manera psicológicamente la recuperaba, también me pegaba una hartá de reír”.
La paciencia
Y de hecho la paciencia ha sido uno de sus aprendizajes como político y, trabajar para dar a los demás, para dejar su legado a través de los niños de su escuela de ciclismo, que ha retomado a principios de año. Renunció a ella cuando entró en política porque pudiera haber un conflicto de intereses y algunos pensaran que aquello era una actividad para ganar votos. Ahora los pequeños de 13 años le dan mecha y energía. Salen con la bicicleta de montaña y aprenden la ética del deporte, a cuidar el planeta que es más importante que el deporte para este concejal, pero que si se combinan los dos mucho mejor.
“Cuando entrenas para competir solo piensas en tu alimentación, en tu descanso, tus entrenos, pero cuando llevas a cinco niños pues haces lo que ellos necesitan. De esta forma te quitas de mirarte tu ombligo y miras más por ellos. Esa es la manera de dejar tu legado, inculcar tus pensamientos. Trato de trasmitirles a los niños que no sean materialistas, que sean buenas personas, que no hagan bullying”.
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