El acueducto romano que puedes encontrar en plena sierra de Los Filabres

Los acueductos han sido, a lo largo de la historia, una de las obras de ingeniería más significativas de las civilizaciones humanas, destacando especialmente los construidos durante el Imperio Romano. 

Estas imponentes infraestructuras, concebidas para transportar agua a largas distancias, no solo garantizaron el abastecimiento de poblaciones y cultivos, sino que también reflejan el avanzado conocimiento técnico de su época. En lugares como la sierra de Los Filabres, donde la geografía agreste supone un desafío adicional, estas construcciones adquieren una relevancia histórica y cultural incalculable.

Un ejemplo notable es el acueducto de Los Arcos de la rambla del Pozo, también conocido como el Acueducto Romano de Albanchez. Este conjunto, compuesto por cinco arcos de medio punto desiguales, es testimonio del ingenio humano para la gestión del agua en épocas antiguas. 

Aunque su origen exacto no ha sido confirmado, la posibilidad de que se trate de una obra bajoimperial romana está respaldada por diversos indicios. Entre ellos, destaca el hallazgo cercano de una villa romana y un clípeo con la cara de un fauno, actualmente en el Museo Arqueológico Provincial, lo que sugiere la existencia de una comunidad romana en la zona.

La construcción de este acueducto, que alcanza una altura de 16,4 metros en su eje central y una longitud de 44,8 metros, es particularmente compleja debido a su ubicación en un barranco de la rambla del Pozo. Los pilares, realizados en mampostería de cal y piedra, muestran mechinales que evidencian el uso de andamiaje de madera durante su erección. Los arcos, con luces que oscilan entre los 7 metros del mayor y los 4,2 del menor, reflejan el esfuerzo por adaptar la estructura a la orografía del terreno.

La función principal de este acueducto fue transportar agua desde el barranco del Abelfarico hasta el llano del Romerano, permitiendo el riego de las tierras y el abastecimiento de la población local. Este uso se prolongó durante siglos, hasta que en 1885, un violento terremoto secó el manantial que alimentaba la estructura, dejando el acueducto inutilizado. Sin embargo, su relevancia histórica y arquitectónica ha motivado diversas restauraciones que han permitido conservarlo casi en su totalidad.