Laureles para Peral

La historia de los libros es la historia de los hombres, Y nunca han faltado en esta provincia libreros, vendedores de pliegos de cordel, tratantes de papiros y pergaminos. Este es el oficio de Manolo Peral (Librería Picasso), hijo de pastores y aprendiz de poeta, que se ha convertido, con el riesgo que conlleva, en  uno de los caudillos del libro en Andalucía. Aunque nació en La Calahorra, a los cuatro años ya estaba en Roquetas huyendo de la miseria, con su padre al que llamaban el Telero, porque iba en una burra cruzando el Puerto de La Ragua,  vendiendo telas por los cortijos del Campo de Dalías. Su vida ha sido una mezcla de merodeo por la letra impresa y el terrón, entre el olor a papel y el olor a campo (en La Juaida tiene una parcela llena de gatos y ovejas).
Eran tiempos interinos, con el PCE saliendo del armario, cuando abrió la librería Picasso, junto con otros socios, entre ellos Pedro Molina y Pepe Guerrero.  Desde entonces han pasado 35 años y muchos títulos por los anaqueles de la Picasso en la calle Reyes Católicos. Han ido sucumbiendo librerías en Almería, hasta quedar Peral prácticamente solo, dando el salto, sin remilgos, a Granada con varios centros más.
 El gremio de editores le acaba de conceder el premio al mejor librero del año, a este hijo adoptivo de la provincia, por su riesgo calculado, por su ausencia de miedo a tener libros como fondo. Porque cuando uno entra en la Picasso es como entrar en el gran templo del saber, en una gran fábrica de historias contadas, de artesanales sueños de otras gentes apilados en estanterías. Ese es el mérito de Manolo Peral.