Los ‘inventos’ almerienses que han dado la vuelta a los cinco continentes

Los ‘inventos’ almerienses que han dado la vuelta a los cinco continentes

Manuel Leon
22:10 • 21 jul. 2012

Además de la alpargata, el esparto y las legañas, más allá del indalo, el sherigan, y el porompompero, Almería ha donado a la humanidad una serie de inventos de nombradía que, con los años, han dado la vuelta al mundo.
No solo es el desierto de Europa o la tierra madre de la vida padre. A lo largo de su acendrada historia también ha engendrado emprendedores que han revolucionado mercados y conquistado los cinco continentes. Si Murcia tiene su milenaria huerta, Almería tiene su mar de plástico; si Málaga tiene sus viznagas, Almería parió el ‘Tulipán negro’; si un granadino inventó la escafandra, un almeriense de Alhama patentó el primer motor rotativo.
A lo largo de los siglos y las décadas toda una nómina de urcitanos han derrochado ingenio por el mundo y en su propia tierra amasando, en algunos casos, considerables fortunas. La historia de Almería es de ida y vuelta, de indianos que se iban en el siglo XIX y comienzos del XX a hacer las américas: algunos se quedaban, como aquel mojaquero Pascual Artero que llegó a convertirse en rey de la Isla de Guam o los Estrella o los Córdoba, que hicieron carrera en Argentina y México; otros volvieron con caudales para montar negocios de  exportación de uva o minerales que hicieron florecer la provincia.
La primera industria documentada en la vieja bahía de Almería, en época musulmana, fue la de las sedas, apreciadas en todo Oriente que salían por el prontuario, como luego salieron los barriles de uva y los quintales de hierro y plomo. También gozaron de predicamento los alumbres de Rodaquilar, un sulfato que en la Edad Media adquirió un gran valor debido a su utilización para la fijación de tintes en los tejidos. Con los años, emprendedores de esta provincia, llegaron a prestar un gran servicios a la farmacopea: el farmacéutico José Durbán Quesada inventó en su laboratorio de la Puerta Purchena el Tanagel, un antidiarreico que se convirtió en líder en una España, la de principios de siglo XX, con grandes carencias higiénicas y sanitarias.
Otro boticario almeriense, Juan José Vivas Pérez, también legó una serie de genialidades a los recetarios unas décadas antes, entre las que destacaron los salicilatos de bismuto, unas sales que también aliviaban de la colitis tan temida en esos tiempos.
Otros genios provinciales del emprendimiento fueron José Artés de Arcos, que patentó decenas de artilugios relacionados con la automoción; el Raf, una variedad de tomate oriundo de la vega de Almería único por su sabor; Antonio López, un perfumista con creaciones inmortales como la del Tulipán negro; la uva de barco que llegó a todos los rincones del planeta y más recientemente el invernadero y el Silestone.







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