El Grupo Ecologista Mediterráneo sostiene que buena parte de los efectos dramáticos que han tenido en el levante almeriense las últimas lluvias se podrían haber evitado aplicando criterios de coherencia y atendiendo a los dictámenes de los muchos expertos que a lo largo de los últimos años habían advertido que el levante almeriense estaba expuesto a la certeza de que unas precipitaciones como las ocurridas esta pasada semana provocarían riadas e inundaciones. Una previsión tan cierta como nulamente atendida por las administraciones y por los promotores del urbanismo en esta zona.
Es el momento de ayudar a reparar los daños, en efecto, pero también lo es para establecer las responsabilidades de aquellos que, por negligencia o por ignorancia, han permitido que se agraven las condiciones de riesgo en las zonas costeras almerienses. No es casual que buena parte de las zonas que han sido arrasadas por las inundaciones y avenidas estuvieran incluidas como zonas de alto riesgo en el Plan de Prevención de Avenidas e Inundaciones en Cauces Andaluces aprobado en el año 2002 por la propia Junta de Andalucía. Como no lo es que no se atendieran (en muchos casos ni siquiera se contestaran) las denuncias y reclamaciones presentadas por los ecologistas a proyectos como el de Pueblo Laguna. Es el momento de pedir explicaciones y de reclamar responsabilidades porque tenemos derecho a saber por qué se permitió el desmadre, como también lo tienen aquellos que han sido afectados directamente por comprar las viviendas que nunca se debieron construir.
De lo ocurrido estos últimos días en los municipios costeros del levante almeriense, desde Pulpí hasta Mojácar hay responsables: todos aquellas administraciones y particulares que sabiendo que se estaban proyectando actuaciones urbanísticas en zonas ya catalogadas como de alto riesgo de inundaciones, no movieron un dedo, prefirieron mirar para otro lado, para impedir que se impusiera la sinrazón que ahora ha costado innumerables pérdidas y, lo más lamentable, vidas humanas.
Y no es posible alegar ignorancia o desconocimiento porque reputados geógrafos como Alfonso Viciana escribía en sus trabajos “la construcción de sus márgenes (desembocadura del Río Antas) ha generado para este colector fluvial un embudo de difícil operatividad ante episodios de lluvias torrenciales, como la memoria reciente ha demostrado y como, desde luego, cualquier gota fría por venir nos habrá de recordar”. O lo afirmado por el propio subdelegado del Gobierno, Andrés García Lorca, catedrático además de Análisis Geográfico Regional, que dijo de forma tajante que “este era un fenómeno del todo previsible. Desde hace más de veinte años llevo clamando con que esto va a ocurrir, es una evidencia científica porque se trata de una zona topográficamente deprimida y por debajo del nivel hidrográfico. Si construyes allí, lógicamente se va a inundar”. Todo ello le lleva a exclamar que la tragedia del levante se podría haber evitado y que “hay responsables de esta catástrofe”
Pero hay más, esta zona ya sufrió efectos catastróficos hace 23 años, y desde entonces no solo no se han corregido los errores cometidos en el planeamiento sino que se ha insistido en la ocupación irresponsable de zonas conocidas por su riesgo de avenidas e inundaciones. Ese ignorar los informes, las normas y la aplicación de la lógica y la razón al urbanismo, presidido casi en exclusiva por el ansia especulativa y por la ineficacia o la complicidad de las diferentes administraciones, ha agravado los efectos de las lluvias y ha generado la destrucción de bienes y la pérdida de vida
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