La última batalla que tiene como protagonistas a moros y cristianos no se está desarrollando en el esplendoroso pueblo de Mojácar ni en las calles de Carboneras. Tampoco mantiene enfrentados a ambos bandos por la conquista de pueblos como Paterna del Río. Esta vez, moros y cristianos, impulsados por las entidades que hay detrás de su celebración, caminan de la mano para conseguir que estas fiestas sean nombradas por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
El pasado 14 de mayo de 2012, el Club Unesco y la Unión Nacional de Entidades Festeras de Moros y Cristiano (Undef) firmaron la candidatura para que esta tradición pueda alcanzar dicha catalogación, sin distinción del lugar geográfico donde se celebre o bien de las diferentes costumbres que acompañen a cada una de estas fiestas. Es decir, todas las celebraciones de moros y cristianos recibirían el mismo trato sin distinción.
Tradición
En la provincia de Almería son numerosos los pueblos que cada año rememoran los hechos acaecidos durante la Reconquista española. Gérgal, Carboneras, Oria, Mojácar, Paterna del Río, Pechina... son solo algunos de los municipios almerienses que cada año acogen las celebraciones de moros y cristianos.
Un comité formado por miembros de la Undef, Club Unesco e historiadores es el encargado de vigilar que se consiga el nombramiento de estas fiestas por parte de esta organización de las Naciones Unidas. “Llevamos trabajando por este objetivo varios años y los primeros pasos se dieron por parte de la Comunidad Valenciana”, explica el historiador Miguel Ángel Martínez, natural de Benamaurel (Granada) y miembro de este comité. Los beneficios para los pueblos con tradición de moros y cristianos serían innumerables en el caso de que llegara la codiciada catalogación, sobre todo de cara a su difusión internacional y apoyo económico.
“Queremos que sean unas fiestas valoradas y conocidas y que desde el punto de vista económico y turístico potencien a las poblaciones”, afirma el historiador granadino, que ya trabaja para crear lazos con los “pueblos andaluces” que acogen esta tradición.
El camino no es fácil ni corto, bien lo saben aquellos que encumbraron recientemente al flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, pero la historia y la tradición está con aquellos que ya persiguen este objetivo. Ahora les tocará a los pueblos interesados informarse y participar en los trámites requeridos. Esta nueva ‘batalla’ se prevé larga, pero no imposible.
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