Los restos del Obispo Juan de Portocarrero son trasladados

Los restos del Obispo Juan de Portocarrero son trasladados

La Voz de Almería
01:00 • 01 dic. 2012

La belleza de una ceremonia difícil de repetir si se tiene en cuenta la razón de su celebración (el entierro de un obispo 400 años después de su muerte) fue destacada por los cientos de asistentes que en la tarde del viernes presenciaron “la deposición” de los restos de Juan de Portocarrero -tal como se refirió al traslado el Obispo Adolfo González Montes- en una tumba mural nueva que se ha ubicado en la capilla de Cristo de la Escucha de la Catedral.
Pocas veces se tiene la oportunidad de escuchar la Misa de Réquiem de Mozart cantada e interpretada íntegramente. Lo hicieron la Orquesta Ciudad de Almería y el Coro, dirigidos por Michael Thomas. Pero también la propia liturgia, la presencia de los canónigos, sacerdotes y seminaristas revestidos y la propia Catedral hicieron del ‘entierro’ un auténtico espectáculo.
Así, las cenizas de fray Juan de Portocarrero fueron llevadas a su nueva y definitiva ubicación, en la capilla que comparte con otro obispo, Diego Fernández de Villalán, desde que se encontraran su restos en la cripta bajo la capilla del Sagrario de la seo almeriense. El Obispado explica que hace treinta años que las cenizas de Portocarrero fueron colocadas en una urna de mármol, con su escudo heráldico, que costeó la Orden Tercera Seglar de San Francisco de Almería.
Y es que, al ampliarse con una nueva construcción la capilla del Sagrario de la Catedral, se retiró el escudo que señalaba el lugar de la sepultura de Portocarrero, dejándola sin inscripción alguna. Pasó el tiempo y nadie sabía concretamente donde se encontraba su tumba. Las excavaciones que se llevaron a cabo en el año 1974, en el subsuelo de dicha capilla, para instalación del Museo Catedralicio, sacaron a la luz los restos y tras un estudio, se confirmó que era la tumba de uno de los obispos antiguos ya que se distinguían los ornamentos pontificales. Sobre los pies un trozo de cordón franciscano afianzó la convicción de que eran los restos mortales de Portocarrero.







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