Muchos almerienses han vuelto al plato de cuchara tradicional y la receta de la abuela llevados por la crisis y la rápida vida moderna. En los últimos años, la necesidad de apretar el cinturón han llevado a muchos hogares almerienses a cambiar hábitos.
Lejos de ser oneroso para el bolsillo, comer fuera de casa en Almería es una manera de ahorrar y en los últimos tiempos han proliferado las opciones que lo hacen posible. Comer en Almería es más barato que en otras ciudades. La oferta en la ciudad es variada. No hace falta recurrir a un comedor de caridad para comer bien en época de recortes. Por solo 2 euros y medio están almorzando al estilo de toda la vida clientes y vecinos de La Tahona. Su dueño recuerda que un día una señora mayor fue a comprar a su nuevo bar en la Plaza Vieja pero no quiso el menú completo sino solo el primero. Tras unos segundos pensando, el dueño fijó el precio en 2,5 euros. Desde entonces este local ofrece a diario y en un recipiente reciclable un plato típico de Almería, desde gurullos o trigo hasta cocido y lentejas.
Los mayores beneficiarios están siendo, aparte de los vecinos mayores del casco histórico, los muchos funcionarios del Ayuntamiento, que tras su jornada laboral se llevan caliente y hecha la comida a casa.
Algo parecido le ocurre a Francisco Morales, en el bar-restaurante la Esquina de las Cruces, pero en su caso, son los empleados públicos de Diputación los que se llevan el plato caliente a casa por 4 euros. Bares tradicionales como Cauce, en Los Molinos, -antiguo Calzada- han incorporado a su carta de tapas un plato diario de olla y por solo 2,5 euros se sirve junto a una cerveza o vino. También se puede llevar.
El Nuevo Torreluz ofrece algo muy parecido, un plato de cuchara diario para llevar a 2,50, entre cuatro opciones. Si quieres el menú completo sale a 7 y medio.
Los establecimientos de comida para llevar se han adaptado a esta situación de hoy y ofrecen platos sueltos de cuchara con los que el estómago cumple de sobra. El Manjar, en La Cañada, llevan siete años ofreciendo todas las posibilidades. Hasta septiembre costaba tres euros y luego se subió medio euro por el incremento del IVA. “El problema es que con la reforma nos han dejado sin aparcamiento -afirma su dueña, Maria Eugenia Piedra- aunque no nos podemos quejar, tenemos una clientela bastante fija”, añade.
No es lo mismo hacer una olla para dos o tres personas de una familia de hoy día que para cincuenta clientes. Ese es el secreto de la rentabilidad del negocio.
En La Marmita, en la calle Cabo Verde, ocurre otro tanto y por tres euros la gente se lleva un primero potente y clásico suficiente para alimentarse sin dañar el bolsillo. El menú completo con postre vale siete. Alejandro Asensio regenta la Boutique del Pollo en el barrio de Cortijo Grande. El conoce bien el negocio desde niño y a su especialidad de pollo asado ha sabido unir otros platos a precios muy accesibles.
Comedores alternativos
Cada vez son más conocidos funcionando el boca-oído. Comedores como el de la UAL ofrecen por solo 5 euros un menú difícilmente superable: se elige primero, se elige segundo, postre, bebida a elegir y ensalada fija. Ofrecen comida almeriense como migas, todos los viernes o ajopollo y sopa de almendra. La pega: hay que coger el coche o autobús y luego hacer cola. Pese a ello, los ‘estudiantes’. El comedor de la Escuela de Hostelería es otro lugar alternativo. El IES Almeraya ofrece menú degustación y un menú más accesible elaborado por los propios alumnos (como las academias de peluquería) y que cuesta 6 euros. La única pega es que hay que llamar a un teléfono
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