Los cambios normativos son “un retroceso en los avances logrados”

Los cambios normativos son “un retroceso en los avances logrados”

Lorenzo Robles
21:55 • 10 feb. 2013

La reforma educativa presentada por el ministro Wert a los gobiernos autonómicos, padres, estudiantes y trabajadores del sector ha encontrado el rechazo de la inmensa mayoría de sus representantes. Este rechazo se ha producido en la calle y en los despachos; en las huelgas y manifestaciones celebradas en el último año; y en los encuentros celebrados entre el ministerio y las consejerías de educación de los gobiernos regionales.
Los argumentos para no aceptar la propuesta de modificación de la actual normativa estatal son variados, aunque casi todos los actores de la comunidad educativa coinciden en la gran mayoría de ellos.

Falta de rigor

Así, en el estudio ‘La LOMCE: involución del modelo educativo’, hecho por el sindicato CCOO; se plasma la valoración que hace de los diferentes aspectos de la reforma. Para empezar, considera que “adolece de una considerable falta de rigor en el análisis de los problemas educativos y muestra sospechosas carencias en su definición de la Educación, al lado de rancias aseveraciones comúnmente ya superadas entre los profesionales y estudiosos del mundo educativo”.
Además, para este sindicato de enseñanza, la reforma propuesta por el Ministerio “realiza un diagnóstico parcial e interesado del actual sistema educativo, limitándose a juntar los datos más negativos, sin realizar una mínima aproximación a las causas reales que provocan estas deficiencias y obviando cualquier aspecto adicional que pueda ponerlo en cuestión”.
En cuanto a la nueva organización de los cursos, ciclos y asignaturas, la crítica de CCOO incluye que “se pretende, mediante itinerarios cerrados, romper el actual tronco común en un tramo que pertenece a la escolaridad básica, común y obligatoria. Y tras la implantación de diferentes itinerarios desde casi el comienzo de la ESO, la separación tajante del cuarto curso en dos opciones, la de enseñanzas académicas, que conducirá al Bachillerato, y la de
enseñanzas aplicadas, que conducirá a la Formación Profesional; provocará una diferenciación temprana del alumnado”.

Marcha atrás con la FP
Otra de las críticas considera que “la selección temprana en la secundaria obligatoria va a provocar una devaluación de la Formación Profesional. Los avances conseguidos en las últimas décadas respecto al prestigio y fortalecimiento de las enseñanzas de FP van a sufrir, de un plumazo, una importante involución”.
Tampoco escapa a la crítica las evaluaciones externas, “un menosprecio al profesorado, al no reconocer su capacidad para llevar a cabo la evaluación formativa y someterlo a la presión permanente de las pruebas externas, al tiempo que relega a un segundo plano su conocimiento de toda la evolución personal y formativa del alumnado”.
Por último, “se refuerza una visión sesgada de la Educación, al obligar a todo el alumnado a dar religión o su alternativa”.







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