En la calle Regocijos número 63, entre el centro de Almería y el barrio del Quemadero hay una pequeña pastelería de la que salen a diario dulces de todo tipo que hacen las delicias de todo aquel que se acerca al pequeño local de fachada celeste.
La Gracia de Dios fue abierta en febrero de 1992 por José Antonio López y su mujer, Mª Carmen Sánchez. José Antonio, pastelero desde su juventud, aprendió el oficio en Guadix, de donde son él y su mujer, y, años después, decidió abrir su propio negocio en la capital almeriense. Para que se hagan una idea, es una pastelería tradicional de las de toda la vida. De hecho, no es raro ver en los fines de semana a sus hijos, Roberto y María del Mar, que van a la pastelería a ayudar a sus padres.
Durante todo el año en La Gracia de Dios hay todo tipo de productos de bollería artesanal, así como pequeños pasteles. Pero es cuando llegan fechas especiales cuando se puede disfrutar en esta pequeña pastelería de dulces como no los encontrarán en ningún otro sitio. El día cinco de enero, por ejemplo, el local se convierte en una cola continua de gente que va a recoger los famosos Roscones de Reyes que allí se hacen. Si no los han probado, háganlo en la próxima Navidad. Sólo les diré que los Roscones de Reyes de La Gracia de Dios bien merecen un artículo para sí solos.
Torrijas, pestiños, roscos
Cuando se acerca la Cuaresma, y hasta el final de la Semana Santa, en La Gracia de Dios se hacen torrijas, pestiños, roscos de Semana Santa, leche frita, empanadillas de cabello de ángel, huesos de San Expédito – también conocidos como ‘almohadillas de costalero’- y buñuelos de crema y chocolate. Probablemente ustedes ya hayan probado estos productos, pero deben saber que al consumir los de esta pastelería se verán en la obligación moral de chuparse los dedos para acabar con los restos de azúcar que hayan podido quedar por el camino.
Existen muchos oficios complicados y sacrificados y el de pastelero es uno de ellos. Cuando la mayoría de almerienses duerme, José Antonio va hacia su pastelería para, a las seis de la mañana, llegar al obrador de La Gracia de Dios y comenzar a preparar todos los productos de ese día. Durante tres horas, José Antonio prepara pasteles, bollería, hojaldre, productos salados y, por supuesto, en estas fechas, todos los dulces típicos de Semana Santa.
A las nueve de la mañana se levanta por fin la persiana de la pastelería, que permanecerá abierta hasta pasadas las dos y media. La jornada, claro, no acaba ahí, ya que por la tarde también abren. Un oficio, el de pastelero, sacrificado como pocos. “Sería imposible hacer todo esto sin la ayuda de mi mujer, que atiende a los clientes y, además, me echa una mano en el obrador”, dice José Antonio.
Hasta aquí se acercan muchos vecinos del barrio, pero también llegan hasta la pastelería personas de toda Almería en busca de esas rebanadas de pan empapadas en leche, rebozadas, fritas y endulzadas que son las torrijas.
Para La Gracia de Dios la Cuaresma y la Semana Santa es una buena época. “Económicamente es una época bastante buena, y eso se agradece, más aún con la crisis actual, que se ha notado mucho en los últimos años”, nos cuenta Mª Carmen.
Pero más allá de lo económico, la Semana Santa es una época especial para José Antonio y Mª Carmen, ya que ambos son hermanos de Prendimiento y Caridad. “Participamos en nuestras hermandades menos de lo que nos gustaría, ya que la pastelería nos quita muchas horas que nos encantaría dedicar a Prendimiento y Caridad”, dice José Antonio, que es Diputado de Cultos en Caridad y contraguía del paso del Santísimo Cristo de la Caridad en su Traslado al Sepulcro.
Jesús de Medinaceli
Las mayores ilusiones de este matrimonio en Semana Santa son ver a Jesús Cautivo de Medinaceli, del que José Antonio fue costalero y hacer su Estación de Penitencia acompañando al Cristo de la Caridad desde la iglesia de San Agustín. “Son fechas especiales en la pastelería, ya que mucha gente nos trae hasta aquí el ambiente cofrade que se vive en Almería en esta época”, afirma Mª Carmen.
Cuentan numerosas anécdotas que han tenido lugar en los pocos metros cuadrados que tiene su pastelería. Recuerdan a aquellas monjas que llamaron por teléfono preguntando si estaban llamando a ‘La casa de Dios’. La gloria, la casa; ¿qué más da? Al fin y al cabo, de Dios iba la cosa…
El dulce de Semana Santa favorito de este pastelero son los roscos fritos. Por algo será. Vayan y prueben. Y luego chúpense los dedos sin vergüenza alguna, que, seguramente, no serán los primeros, ni los últimos, en hacerlo después de degustar uno de los típicos dulces de Semana Santa que se pueden comprar en La Gracia de Dios.
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