Con un criterio muy acertado, en sintonía con la situación social y económica actual, hace unos meses el cabildo de hermanos de la Cofradía del Encuentro decidió procesionar este año sólo con los pasos de Jesús Nazareno y de la Virgen de la Amargura, y que no lo hiciera la Verónica, además de hacerlo totalmente en silencio, sin ningún tipo de música, igualmente por los mismos problemas económicos.
Esto ha sucedido en otros lugares de Andalucía, pero en Almería ha sido la única hermandad en tomar esta sabia decisión, pensando a la vez en el gran número de cofrades, vecinos del barrio y almerienses que están en el paro y en situaciones precarias.
Resultó un desfile procesional sobrio y austero, pero sus cofrades acompañaron a sus titulares con satisfacción y orgullo por las calles de la ciudad, y después de veintitrés años volvieron a la Catedral, y a pasar a escasos metros del convento de las Claras, que fue su anterior sede desde su fundación hasta su traslado definitivo a la parroquia de Ciudad Jardín.
Algunos cofrades, como es el caso de Virtudes Pozo, se emocionaban al paso del cortejo procesional por Jovellanos, y su mirada se clavó en el convento de las Claras mientras se le ponía el vello de punta y dejaba caer lágrimas de emoción.
En la Catedral los cofrades revivieron el paso por este punto, y el tradicional Encuentro que se realizaba en este lugar, por lo que resultó una estación de penitencia muy particular y emotiva para los cofrades del Encuentro.
Reflexión en el templo
Pero todo empezaba minutos antes de las 18.45 horas, cuando el consiliario de la hermandad, Jaime Palacios, dirigía unas palabras a los integrantes del desfile procesional, invitándoles a reflexionar y a hacerlo ilusionados, “pedir con generosidad, que sabrán devolveros lo que hacéis por ellos”, explicó, “pedir también por el Papa Francisco, que vive su primera Semana Santa como Pontífice, así como por los cofrades, enfermos y necesitados, y porque tengamos una buena estación de penitencia”.
Enseguida sonaron tres golpes en la puerta del templo, que dio con la mano el diputado mayor para que comenzara a salir la hermandad a su barrio de Ciudad Jardín, ante la expectación de centenares de personas que se algopaban para ver de cerca la emocionante salida.
Efectivamente, en primer lugar lo hacía el paso de Jesús Nazareno, dirigido por el capataz Francisco Javier Jiménez, que mandó a la cuadrilla avanzar lentamente “poco a poco”, y una vez en el umbral del templo comenzó la dificultosa maniobra, debido a las dimensiones del paso y la estrechez de la puerta, pidiendo la gente desde las aceras silencio para que los costaleros pudieran escuchar las órdenes del capataz, bajando lentamente el paso y avanzando centímetro a centímetro: “vámonos por parejo a tierra, muy despacito”, y todo ello con las rodillas casi dobladas.
Una doble dificultad por las dos puertas y los arcos, mientras que el contraguía, José Antonio Sánchez, con coraje pedía silencio al público que se enardeció en un fuerte aplauso, pero volvió a quedar en silencio hasta que finalizó la maniobra. A la salida arrojaron desde la terraza del templo una petalada de rosas rojas y blancas al nazareno.
Poco después salía a la calle la Virgen de La Amargura, portada por sus costaleras, que lo hicieron con mucho mimo y dulzura en una salida muy limpia y rápida, para hacerse con la plaza de España, camino del centro.
Acto poético, saetas y Encuentro
Como es habitual, el paso de La Amargura hizo una parada en el Gran Hotel Almería, donde se llevó a cabo una acto poético a cargo de Rafael Leopoldo Aguilera, con cante de saetas, antes de continuar para la Plaza Circular, donde El Nazareno ya esperaba a su Madre para llevar a cabo el tradicional Encuentro, que resultó más emotivo que nunca.
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