A los operadores holandeses se les ven las costuras cada año; de forma sistemáticas se producen declaraciones altisonantes cuando sus cultivos empiezan a dar a luz los primeros tomates y este año no ha sido una excepción. Almer´´ia y sus tomates estaban obteniendo precios inusualmente altos y había que bajarlos.
Como cada año por estas fechas desde Holanda se despiertan las sospechas por si pudiera haber algún residuo ‘potable’ que explotar contra las ventas de los almerienses. Y este año ha sido el hiperclorato, como quien dice un poco de legía, presente en casi cualquier producto porque con frecuencia está presente en el agua. Y además en unas proporciones tan ridículas que son irrelevantes en cualquier caso.
“Lo de todos los años”
La cuestión es que las razones son tan pueriles que ya ni siquiera provocan alertas ni alarmas, pero a los distribuidores les sigue funcionando para bajar los precios y poner trabas en los tomates, más que nada porque ellos son los que mandan en los mercados, a la espera que una auténtica concentración en origen de fuerza a las posiciones de mercado de los almerienses.
La batalla comercial de cada año al llegar la primavera ha dolido más si cabe este año porque el tomate estaba registrando los mejores precios medios de los diez últimos años, como mínimo, y las insinuaciones y los juegos de poder desde centroeuropa han conseguido, de nuevo, tirar de esos precios hacia abajo.
Según los cálculos realizados por el portal agrario Hortoinfo, en base a los datos del Observatorio de Precios y Mercados de la Junta de Andalucía, indican que el tomate almeriense alcanzó en esta campaña el precio medio más elevado de los diez últimos años con 1,35 euros por kilo, seguido de lejos por el logrado en 2004 con 1.06 euros, y el del 2009 con 1,05 euros por kilo.
Todos los representantes del sector hortofrutícola almeriense coinciden en la existencia de precios buenos en varios momentos de la presente campaña, y también en la artifiosidad de los argumentos esgrimidos por Holanda a la hora de poner en cuestión la calidad de las producciones de la provincia. Andrés Góngora, secretario provincial de COAG, afirma que se trata de estrategias comerciales de las cadenas de distribución “cuando llegan determinadas fechas y tratan de echar abajo el mercado con cualquier excuso, real o inventada”. Asegura además que Marruecos “no es ahora mismo el problema, más bien el inicio de la producción en Holanda o Alemania, a las que les interesa restar valor y presencia a nuestros productos, mejores que los suyos en cualquier caso”.
En busca de excusas
Desde Coexphal el argumento es parecido. Lo refleja su gerente, Juan Colomina, que sostiene que lo de los residuos “no se sostiene porque ese compuesto de cloro está presente en el agua y en todos los alimentos que analices”. Para él, está claro que se trata de una excusa para rebajar precios “porque traen a colación unos análisis realizados en febrero que, curiosamente, dan a conocer en abril, cuando el precio del tomate está mejor y cuando ellos han empezado ya a producir”.
Un productor con larga experiecia en los mercados exteriores como Miguel Cazorla afirma que intentar arrojar dudas sobre el tomate almeriense es “una mentira más, como tantas otras utilizadas por los distribuidores y determinados países para perjudicarnos comercialmente y potenciar en cambio sus producciones”. Opina además que con ello tratan de dar prioridad al tomate de Israel que está entrando en estos momentos a través de Rotterdam”. No tiene dudas de la limpieza de los tomates almerienses y califica lo ocurrido como “una guerra comercial pura y dura”.
Quien tampoco tiene dudas es el presidente de la mayor empresa comercializadora de tomate de España y Europa, la CASI. Para José María Andújar se trata de un intento artificioso de perjudicar al tomate almeriense.
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