“Hay un derecho al descanso y a un comportamiento cívico y nosotros tenemos el deber de garantizarlo”. Así lo manifiesta el alcalde de Níjar, Antonio Jesús Rodríguez, en relación a las quejas de algunos vecinos de Las Negras sobre fiestas y exceso de ruido nocturno y un incipiente botellón en la zona.
Puede que a quien conozca este enclave, en pleno Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, le sorprenda, ya que Las Negras hace un tiempo que es considerado un lugar tranquilo. De hecho, el propio alcalde reconoce que, desde el Ayuntamiento no se tiene la percepción de que Las Negras sea un lugar problemático. “No, no lo vemos así, sino todo lo contrario. Las Negras ha vuelto a la normalidad poco apoco”, asegura Rodríguez.
No obstante, el alcalde reconoce que “sí es verdad que en el puente de mayo ha habido locales que en sus terrazas que han montado actuaciones musicales en vivo sin licencia”. Por ello, el Ayuntamiento está comunicando a todos los establecimientos las condiciones de la legalidad que deben cumplir.
Sanciones
Además, “hemos abierto unos seis expedientes sancionadores en lo que va de mayo”, comenta Antonio Jesús Rodríguez, quien insiste en que trabajan para garantizar los derechos de los vecinos “con total rigor y contundencia”.
Eso sí, el alcalde también entiende a los hosteleros y la necesidad de hacer actividades que atraigan a los clientes, pero “hay una normativa , que ni siquiera es local, sino autonómica, que se debe cumplir”, concluye.
Intereses opuestos
Isabel es una vecina de Las Negras que dice haber “disfrutado de los encantos de este pueblo, como tantas otras personas que han elegido este rincón para su descanso”.
Sin embargo, Isabel muestra “mi queja y mi dolor” porque “este turismo lo estamos perdiendo y lo está sustituyendo uno de juerga, borrachera, jarana, en fin, un turismo atraído por esta vida”. En su opinión esto ocurre por una razón, porque “ciertos establecimientos les proporcionan todos los elementos necesarios, conciertos en la calle a todas horas, barras adicionales y altavoces en el exterior, para reunir 100/200 personas bailando, invadiendo vías públicas, accesos a la playa, chillando, vomitando, haciendo sus necesidades y, por supuesto, dejando las botellas y los vasos en la arena”.
Esta vecina se lamenta de que “así no hay quien descanse ni de noche ni de día (empiezan a las 2 de la tarde y terminan a las 2 de la mañana: 12 horas de música), y es por esto que el turismo de calidad se está marchando”.
Pero sus quejas van un poco más allá al asegurar que “llamamos a la policía, vienen, cortan la música, y los organizadores dejan pasar unos minutos y la vuelven a poner y mas fuerte si cabe”.
Por eso, Isabel plantea: “Los vecinos nos preguntamos: ¿Qué quieren estos empresarios hacer con Las Negras?, enriquecerse a corto plazo y cargarse su prestigio, éste se pierde en un minuto pero para recuperarlo pasarán años”, sentencia.
El alcalde, que conocía las quejas de esta vecina, cree que se está a tiempo de que eso no ocurra y que Las Negras siga siendo el rincón que ahora es.
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