Óscar Perales bajó del furgón de la Policía Nacional escoltado, esposado y vestido de riguroso negro. Recorrió unos pocos metros de pasillo entre el acceso trasero del Palacio de Justicia de Almería y la sala de vistas y se reencontró con Francisco Javier R. F., acusado de encubrimiento. No había gritos, apenas un murmullo de conversaciones. Entonces, asomó la cabeza unos segundos y descubrió la auténtica dimensión del caso. Medio centenar de familiares, amigos y vecinos de Rosa Galera se agolpaban en la puerta de la sala con la esperanza de encontrar un sitio en el auditorio y mirar cara a cara a quien todos ellos consideran un asesino. Comenzaba el juicio por el crimen de Fines.
La primera sesión de la vista oral deja las posiciones claras. Óscar Perales se enfrenta a penas de 23 años de cárcel por delitos de asesinato y tenencia ilícita de armas. Durante su declaración se confesó autor de la muerte de su ex compañera, Rosa Galera, en mayo de 2011, aunque alegó el consumo de drogas y alcohol, y un arrebato motivado por los celos surgidos tras la ruptura.
Por su parte, las acusaciones (fiscal, abogado del Estado, abogada de la Junta de Andalucía y dos acusaciones particulares) consideran que el imputado actuó de forma “premeditada”, “consciente” y “con alevosía”. El juicio con jurado popular se moverá en las próximas sesiones en torno a estas claves.
Detalles De momento, la declaración inicial de Óscar Perales resultó fallida para sus intereses. El joven confesó la autoría del crimen e intentó sostener durante su relato unas supuestas lagunas de memoria causas por el tiempo y las drogas. Sin embargo, aportó detalles muy concretos sobre el crimen, elementos tan relevantes como el “control” que tenía de los movimientos de Rosa Galera, sus celos, la compra ilegal de una pistola manipulada “por 50 euros” y el ataque “muy rápido” en el interior del coche.
La víctima recibió dos disparos y luego fue degollada. Perales no oculta la brutalidad del suceso. “Me corté con el follón (...) estaba asqueroso de sangre y fui a cambiarme de ropa”, afirmó ayer. “Es un acto cruel, desagradable, estoy en contra y no me reconozco ahí”, añadió.
Según obra en la instrucción de la Guardia Civil, el presunto asesino pidió ayuda a Francisco Javier R. F. y enterró el cadáver de Rosa Galera en un paraje rural “inhóspito” cercano a Tabernas. El acusado describió en un mapa manuscrito la ubicación del cuerpo, circunstancia que desacredita el lapsus de memoria alegado y, según dijo ayer en la sala, fue “andando para hacer corazón”, en referencia a los instantes previos al enterramiento. “Confesé a la Guardia Civil cuando me di cuenta de que no era una pesadilla ni una visión; hice lo necesario para que ella pudiera descansar en paz”, señaló.
Tensión en la sala Esta descripción no ayuda a la defensa. Tampoco lo hacen las constantes subidas de tono del acusado. Óscar Perales fue reprendido en varias ocasiones por la magistrada Lourdes Molina y elevó sus palabras frente al fiscal y frente al abogado Alfredo Najas, representante del padre de Galera. “Me estás cansando”.
A preguntas de los letrados achacó el crimen a “una fuerza maligna mayor” y restó importancia a las supuestas amenazas a miembros de la familia de Rosa Galera. “Si matara a todos los que digo que voy a matar tendría un cementerio para mí sólo”, afirmó ante el tribunal. “Son frases hechas”.
La tensión en la sala se trasladó luego en la retirada del faldón de la Policía Nacional cuando varias decenas de vecinos y familiares de la víctima increparon al acusado. El Ayuntamiento de Fines fletó un autobús para viajar a Almería al juicio y tiene previsto facilitar otro para la última sesión. El juicio se retoma mañana con las declaraciones de Perales (ante la defensa) y Francisco Javier R. F.
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Audio: Enfrentamiento entre la magistrada Lourdes Molina y el acusado en la sala.
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