No ha desaparecido como se esperaba de un plumazo y aún está ahí, pero el Toblerone tiene los días contados y las máquinas demolían ayer algunos de los edificios anexos a la nave principal y rompían parte de los muros de ésta. Sólo trabajaron durante la mañana, la parte más intensa del trabajo se ha dejado para hoy, cuando ya se iniciará sin descanso y sine die para concluirlo todo el proceso para hacerlo desaparecer.
Numerosos curiosos se acercaron durante la mañana para ver con sus propios ojos que la inmensa mole metálica que es el toblerone de verdad un día no estará ahí. Los operarios que trabajaron ayer en el cargadero decían que el trabajo realizado era “para abrir boca” y que, a partir de hoy, comenzará el trabajo más intenso.
Suncrest
Desde la empresa propietaria, Suncrest, Joaquín Salvador, explicaba a La Voz que la empresa ha optado por hacer “un trabajo muy artesanal” en la demolición del toblerone porque el objetivo es reciclar todo el material posible. “La estructura metálica es muy dura y eso ralentiza los trabajos” -afirma Salvador-, así que se irán haciendo sin prisa pero sin pausa.
Lo primero que se ha hecho este domingo, según Salvador, ha sido trabajar en las partes del cargadero que están más próximas al colegio y que el objetivo es demoler y quitar en primer lugar todo lo que pueda impedir que “la inmensa máquina” -de unos 50 metros de altura- que llega hoy pueda trabajar para quitar el edificio.
“Junto a la nave principal hay edificios pequeños que estorban y que es lo primero que hay que quitar porque esas máquinas son muy especiales”, añade Joaquín Salvador, que comenta a La Voz que “seguramente el martes está gran máquina empiece a trabajar de levante a poniente y desde la parte de arriba hacia abajo”.
Su historia
El Atlas de Patrimonio Andaluz recoge que el Toblerone fue “construido para la misma finalidad que el denominado Cable Inglés; su origen es más tardío que aquél, su diseño es más avanzado y su vida útil se prolongó hasta 1996, cuando cesó la actividad en las explotaciones cuyo mineral canalizaba.
A principios del siglo XX la sociedad escocesa William Baird comenzó a explotar minas de hierro en los llanos de la Calahorra (Granada). La opción más lógica para dar salida a su producción era utilizar la cercana línea férrea Linares -Almería, y el cargadero de Alquife Mines en Almería. Sin embargo, la rivalidad entre ambas empresas fue siempre muy enconada, y la nueva sociedad Bairds Mining, sucesora de la anterior, se vio obligada a tender un nuevo ramal, que conectaba en Huéneja-Dólar con la vía general.
La empresa encargada de las obras fue Robert Mc Alpine & Sons, y el director de las mismas fue Mr. Neilson. Comenzaronen 1914 y se prolongaron hasta 1918, coincidiendo con los años en que se desplomó el precio del mercado del hierro. Básicamente la filosofía del cargadero era la misma que en el de Alquife, aunque doblaba su capacidad, llegando hasta las 20.000 Tm. Contaba en la costa con un depósito principal y dos complementarios, desde los cuales el mineral pasaba a 15 tolvas, y de estas hasta el barco por medio de una cinta mecánica que recorría el cargadero. Es por ello que su altura es sensiblemente inferior a la del Cable Inglés.
La Compañía Andaluza de Minas (C.A.M.), de capital francés, sucedió a Bairds, y de ahí adoptó el cargadero su popular apelativo.
Los trenes cargados de mineral, cruzaban por encima de la Avenida Cabo de Gata, y muchos almerienses retenemos en nuestras retinas la imagen característica de las míticas locomotoras Alco 1300 en su clásica decoración verde y amarilla. Las molestias provocadas por el polvo de mineral en el barrio de Ciudad Jardín provocaron que se acometiera la construcción del gigantesco silo” que pasará a la historia.
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