Vera despide hoy al patriarca de la gastronomía almeriense

Almería pierde a uno de los paladines más fieles de su gastronomía. Ayer falleció en su pueblo querido, Vera, a los 73 años de edad, Antonio Carmona Gallardo, el propietario del complejo hostelero Terraza Carmona, tras una larga enfermedad, que se había agravado en la última semanas.
Hasta hace poco más de un mes solía acudir a diario a su establecimiento, a alternar con sus hijos, empleados y clientes.
En los últimos tiempos se fue apagando un poco su vitalidad, tras una vida azarosa y de esfuerzo personal que le ha distinguido como uno de los emprendedores más genuinos de la provincia y como un firme defensor de los platos tradicionales en su restaurante.
Desde los gurullos a las torticas de avío, desde el ajo colorao al bizcochode dátiles, Carmona y su esposa Manola Baraza, junto a sus siete hijos, no han dejado nunca de innovar sobre una base de cariño a los ingredientes tradicionales de la tierra: la harina, las hortalizas, el pescado, el aceite y todo lo que tenía que ver con los platos de cuchara y de la gente brava del Levante almeriense.
Uno de sus últimos actos públicos, en Vera, el pueblo que siempre llevó en el corazón, fue el pasado mes de noviembre con motivo de la entrega de los premios taurinos que llevan su nombre.
Allí, en su establecimiento, junto a palmeras africanas, se le pudo ver sonriente, como siempre, con corbata granate al lado de Reverte, el empresario de la plaza de toros y junto a su primogénito y el resto de familiares y amigos.

Hecho a sí mismo Antonio Carmona se hizo cargo del negocio muy joven tras la muerte de su padre Ginés y comenzó a atender a sus primeros clientes  en una terraza de cine de verano donde se hacían verbenas y bailes al aire libre por las fiestas con famosos artistas locales y de renombre internacional.
En 1980 inauguró el hotel que fue ampliando, así como nuevos salones y salas de celebraciones.
Carmona ha abanderado la cocina almeriense por medio mundo desde Tokio a Berlín, desde Bruselas a México y por su casa han pasado desde políticos a diplomáticos, escritores, toreros y folklóricas.