Pepa, en el corazón de El Solanillo

Pepa, en el corazón de El Solanillo

Marta Rubí
19:52 • 03 ago. 2013

Era tan pequeña como vivaracha. “El perejil de todas las salsas, el alma del pueblo”, dicen de ella sus vecinos. Por eso, no es de extrañar que muchos quisieran estar en el homenaje que El Solanillo, el barrio que fue testigo de su energía, brindó el viernes a su vecina más insigne: Josefa Sánchez Abad, conocida como Pepa.


Y a pesar de ser las fiestas, la barriada siente estos días que le falta un pedazo, le falta Pepa, que falleció el pasado febrero casi como por sorpresa, aunque ya con 91 años. “Ella siempre hacía el pregón, y los textos del libro de fiestas”, explica otro vecino; “ganaba siempre a la mejor carroza, participaba en las comidas populares, hacía los mejores disfraces..., todo”, apunta otro. Así que qué mejor momento que las fiestaspara inaugurar un monolito en su recuerdo.


A la cita acudieron puntuales seis de sus nueve hijos y multitud de nietos y bisnietos -tenía 27 de los primeros y 24 de los segundos-: Carmen, Francisco, Mª Dolores, Fernando Felipe, Mª Raimunda y Pedro. Faltaron Pepa, que falleció hace años, Inocencio Pascual y Juan Miguel. El alcalde de Roquetas, Gabriel Amat, y una de las hijas descubrieron a las nueve de la noche la peana en la que se ha querido dejar la imagen de Pepa, en el centro de un jardín que llevara su nombre, frente a la que fue durante más de tres décadas su casa, en el corazón de El Solanillo.




“Ha sido inolvidable, ella se lo merecía”, comentaba entre lágrimas de emoción otra de las hijas, “ha sido única, como madre, hermana, amiga, una mujer humana, buena con todo el mundo”.


El alcalde, Gabriel Amat, destacó durante su intervención que “por siempre este parque será un homenaje a una mujer, que como muchos, llegamos a Roquetas para trabajar por nuestras familias y por este municipio”. El alcalde de Roquetas de Mar reconoció y agradeció “allá dónde esté su trabajo solidario, su ayuda continua, su disposición permanente en la organización de eventos, de fiestas, de actividades, y por supuesto, la ayuda que daba sin pedir nada a cambio”.




Pepa Sánchez llegó con su marido y ocho hijos desde Adra, de donde era él, a Roquetas a trabajar el campo. No eran ajenos al pueblo y su marido era primo de Jeromo, el antiguo enterrador. Se asentaron primero en el llamado Charco Barranco, donde estuvieron unos años, antes de llegar, entre los primeros vecinos, al pueblo de colonización de El Solanillo. Allí nació su hijo pequeño, Pedro, y se completó la familia.


En su barrio era “la abuela de todos los niños del colegio” que incluso acudían de excursión a su casa en Navidad para ver el impresionante Belén “con peces de verdad” que sus manos de artista recreaban. También fue catequista, organizadora de todas las fiestas, autora de las poesías... “¿Y su marido? La seguía,, ella marcaba el ritmo”, contestan.




Un ritmo que mantuvo, ya nonagenaria, hasta que este año se marchó de El Solanillo pero se quedó, más ahora gracias al parque, en su corazón.



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