La banda de las semillas pagó a un ‘cerebro’ en alarmas de sólo 21 años

La banda de las semillas pagó a un ‘cerebro’ en alarmas de sólo 21 años

Javier Pajarón
22:49 • 29 sept. 2013

Un joven cordobés consume en una celda del centro penitenciario de Almería los primeros días de su prisión preventiva. Responde a las iniciales R. M. P., es conocido como Rafita y a sus 21 años de edad recién cumplidos se ha convertido en una auténtico especialista en desactivar sistemas de seguridad.
Rafita fue detenido en la Operación Lanzarote-Arbequina por su presunta vinculada a la Banda de Patrick, el ciudadano rumano acusado del robo de un millón de euros en semillas de pepino de una cámara acorazada de Santa María del Águila (El Ejido) en el mes de agosto. Su papel en la organización no es directivo, pero su detención en una vivienda de la Avenida de Monserrat de Almería ha descubierto un refinado método de inhibición de alarmas puntero en la delincuencia nacional.


Según datos de la investigación a los que ha tenido acceso LA VOZ DE ALMERÍA, este ‘cerebro’ de las alarmas realizaba un minucioso estudio de los objetivos, ya fueron viviendas, comercios o entidades bancarias. Su trabajo era inutilizar las alarmas para facilitar el trabajo del resto del grupo.


¿Cómo lo hacía?Los agentes del Grupo V de la Policía Judicial de Almería encontraron en los registros unos inhibidores muy potentes (seis equipos, según la nota oficial distribuida por el Ministerio del Interior). Éstos son más efectivos que los usados habitualmente en este tipo de grupos criminales. Tienen seis antenas y un amplio radio de acción. En realidad, no funcionan para paralizar las alarmas sino que su función era evitar que los sistemas saltaran y enviaran sus avisos a centrales de las empresas de seguridad privada y, por ende, a la Guardia Civil o la Policía.
Así pues, los asaltantes podían acceder a las propiedades con la cara cubierta, trabajar con seguridad y luego huir. Es decir, Rafita se encargaba de dar tiempo a los ladrones para facilitar el robo y una fuga con garantías.




Un especialista Las cámaras recogerían los hechos, pero no permitirían la identificación, elemento nuclear de cualquier operación policial. Es precisamente esta especialización que Rafita ejemplifica la mejor muestra del éxito de la Operación Arbequina-Lanzarote de la Policía Judicial de Almería y la Guardia Civil de Ávila.
No obstante, esta inhibición de alarmas no es la única novedad introducida por la Banda de Patrick. El Grupo V de la Comisaría de Almería detectó un sistema de apertura de puertas desconocido hasta ahora, muy efectivo y, a la vez, poco dañino para los bombines. La localización de una máquina para taladrar (similar a una prensa de precisión con un muelle) durante los registros ofreció las claves para destapar el mecanismo.
La banda montaba un pequeño tornillo anclado a la máquina, construido en acero y acabado en una punta diseñada para la extracción del bombín. Al girarla, la pieza penetra en el bombín, libera la pieza y permite abrir el engranaje de la cerradura con un simple destornillador.


Ahora bien, lo más llamativo son las escasas muestras dejadas. Esto es, los ladrones accedían a los domicilios, volvían a montar las piezas y el propietario podía entrar en el inmueble con su llave sin sospechar.
El resultado de este modus operandi son denuncias de ciudadanos asaltados con mucho retraso. Algunos descubrían la sustracción de joyas u otros enseres personales días después de haber sufrido el asalto y, por consiguiente, la dificultad de la persecución de la banda era mayor.




Viviendas Según fuentes de la investigación, durante el verano la organización habría realizado una veintena de asaltos a inmuebles y tiendas. En Almería capital buscaban áticos, dúplex y tríplex de la Avenida del Mediterráneo, la Vega de Acá y sus inmediaciones, siempre centrados en propiedades de familias acomodadas o adineradas.
Las investigaciones comenzaron en el mes de marzo tras un asalto a una joyería de Ávila. La organización utilizaba para la comisión de los robos lanzas térmicas, inhibidores de frecuencia, extractores de bombines y centralitas modificadas para sustracción de vehículos. También eran expertos butroneros (en la cámara acorazada de Santa María del Águila realizaron un agujero en el hormigón y emplearon varias horas).
Asimismo, adoptaban una serie de medidas de seguridad y autoprotección como contramarchas, vigilancias, cambios frecuentes de domicilio y teléfono y uso de un lenguaje críptico.





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