Espectacular aumento de la compraventa de invernaderos

Espectacular aumento de la compraventa de invernaderos

Manuel León
01:00 • 05 oct. 2013

Vuelve la fiebre del invernadero a la provincia de Almería, retorna el dinero al campo y se multiplican las operaciones de compraventa de fincas agrarias. De hecho, según explican desde el sector, el movimiento de nuevas roturaciones y de sustitución de viejas instalaciones por nuevas, se ha incrementado sustancialmente desde este verano.
Los anuncios de compraventa en los portales especializados como Milanuncios o inmobiliariaagraria están más activos que nunca: ‘c0mpro invernadero de 4.000 a 6.000 metros en Pampanico,pago al contado’, compro terreno para invernar en San Agustín’, compro invernadero en Adra, pago hasta 22 euros por metro’, ‘Alquilo finca de vernaderos encima de la Autovía de Níjar”, ‘Finca en el Barranquete, ideal para tomate Raf’.
Así se suceden centenares de anuncios y reclamos sin dejar fuera de esta fiebre ninguna de las zonas agrícolas de la provincia.


La mayor actividad se está produciendo, según Andrés Pérez, un profesional del campo almeriense, en la zona de Los Atochares y Barranquete. También se han roturado fincas nuevas de multitúneles en Rambla Morales, Retamar y en las cercanías de la Venta del Pobre.  Una de las empresas que más activas se está mostrando en aumentar hectáreas es Parque Natural, junto al Cabo de Gata, que acaba de integrarse en la cooperativa de segundo grado Unica Group. Como ejemplo ha invernado veinte nuevas hectáreas en las cercanías de la carretera de Barranquete a Ruescas.
No solo se da el fenómeno de la compraventa sino que también están proliferando operaciones de alquiler de fincas alentadas por los buenos precios de la última campaña.
También proliferan las ventas de fincas que han quedado en manos de bancos y cajas mediante embargos y que ponen a la venta a buenas oportunidades de precio para algunos agricultores con deseos de ampliar superficie.
Este aumento de actividad alcanza también a zonas con un negocio más maduro y consolidado como el Poniente almeriense, en la zona de Pampanico y Ejido Norte.


También se están roturando nuevas fincas en Sorbas, por parte de la empresa Fervisa, y en la zona de El Argamasón de Carboneras.
Varias razones explican este incremento de la superficie invernada, de la rehabilitación de viejas estructuras por invernaderos más modernos y de las operaciones de compraventa. La principal razón es que la producción y comercialización de frutas y hortalizas disfruta de una rentabilidad por encima de otros negocios durante las últimas dos campañas.
Otra explicación es que el agua de la desaladora de Carboneras que por canalizaciones llega al campo nijareño garantiza el incremento de explotaciones de agricultura intensiva, aunque los costes de producción sean superiores a los regadíos de pozos tradicionales. El suelo invernado en la provincia, según el análisis de la última campaña de Cajamar, se aproxima a las 30.000 hectáreas y es muy probable que en la próxima supere esta cifra.
También ha evolucionado en la última campaña el número de trabajadores afiliados al Régimen Especial Agrario de 44.000 a 47.200.
Almería en los últimos años, con la crisis soplando en la nuca de otros sectores como la construcción y el turismo, ha ampliado el valor de la producción en un 12% con unos precios medios de 0,71 euros. Eso ha  abierto la pituitaria de los inversores con dinero almacenado que ven como el campo, más que nunca, es un valor refugio, más que el Ibex, los pisos o un restaurante de comidas rápidas.
Almería ha hecho con creces los deberes en materia de seguridad alimentaria, con el control biológico, y eso se ha traducido en una demanda cada vez más consolidada en mercados exigentes como el alemán, el británico o el francés. El sentimiento en el sector, sin embargo, es que la agricultura sigue siendo un medio válido para ganarse la vida pero sin hacerse rico.
Con una hectárea o dos de invernadero se puede salir adelante, pero el aumento de los costes de producción y los márgenes comerciales que se llevan los intermediarios lastran una rentabilidad que podía ser aún más generosa para los productores, el primer eslabón de la cadena agraria.







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