La trinchera de las pancartas

La colocación esta semana, en horas nocturnas, de dos pancartas contra la Junta de Andalucía por los retrasos en las obras de rehabilitación de la Casa Consistorial de la capital, no ha sido un hecho casual dentro de la estrategia de confrontación política entre los principales partidos.

Viene de muchos años atrás esa exhibición de queja en forma de letras grandes de color negro sobre una lona. Hay que remontarse, por ejemplo, a la colocación de la primera piedra de las obras del trasvase del Ebro en febrero de 2004 para comprobar como en mitad del acto desplegaron pancartas tanto socialistas como populares. Como testigo de la protesta estaba el expresidente del Gobierno, José María Aznar (Partido Popular).

Han sido, precisamente, las infraestructuras el principal motivo que ha llevado a los partidos a escenificar su protesta. Recientes son las quejas del PP del Almanzora por la demora en las obras de la autovía. La Variante de Albox lleva muchos meses paralizada y no finalizarán los trabajos hasta el año que viene.

Similar argumento ha sido el que en este mismo año 2013 ha llevado al PSOE a concentrar a sus cargos políticos e institucionales en Los Gallardos para exigir la ejecución de los tramos pendientes. “El Gobierno del PP nos trata como a ciudadanos de segunda”, se podía leer en la pancarta desplegada en las cercanías de la Autovía del Mediterráneo, la A-7.

Y hace algo más de un año, sin llegar a interrumpir el acto institucional del Día de la Provincia, dirigentes de Izquierda Unida desplegaron sus pancartas para hacer visible sus quejas por los desahucios de almerienses que no pueden hacer frente a las cuotas de sus préstamos hipotecarios. Ocurrió en el Teatro de Macael.

Son solo algunos ejemplos de la trinchera en la que se sitúan los políticos para exhibir sus quejas ante el electorado.