La preocupación sobre el futuro del Observatorio de Calar Alto está más que justificada. Que una de las primeras medidas de ahorro sea calificada como “letal” para la investigación de este centro por parte de los trabajadores, no deja mucho lugar a la esperanza. La decisión de no renovar el contrato de una astrofísica del observatorio obligará a paralizar uno de los telescopios durante diez noches cada mes.
No será esta la única ni la última repercusión que tengan las medidas de ajuste económico en el trabajo de los científicos. La nueva situación que vive Calar Alto (con un recorte de su presupuesto para este año de más de un 60%) obligará a suspender “programas de investigación que ya estaban cerrados”, reconoce David Galadí, jefe del Departamento de Astronomía. Una cuestión nada baladí tiendo en cuenta que Calar Alto atiende entre 120 y 150 programas de investigación al año. Uno de los pilares del trabajo en esta instalación localizada en Gérgal.
Dejando a un lado el impacto de los recortes en el funcionamiento, desde un punto de vista científico, la desazón es palpable a la hora de hablar de los criterios seguidos para el ahorro. “El hecho de que el recorte de personal empiece por la parte que más daño hace al observatorio indica que no se sigue ningún criterio científico. Se están aplicando los recortes con criterio exclusivamente contable. Es desolador”, entiende Galadí.
Criterios
En la toma de esta decisión, las dos entidades matrices del centro, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la sociedad alemana Max Planck habrían desoído las peticiones que les han hecho llegar desde el propio observatorio. “Hemos hecho esfuerzos muy grandes para que esto no se hiciera”, alega el jefe de Astronomía que, a la vista de los resultados, cree que “para Madrid la astronomía andaluza es una fuente de ahorro. Puestos a recortar, se podrían usar criterios racionales, científicos, técnicos... No es una interpretación, son los hechos”, sentencia.
El equipo de astrónomos de noche, encargado de registrar y controlar la actividad de los telescopios cuando cae el Sol, ya vio reducido su personal de siete a seis empleados el año pasado. De no reponerse, esta nueva baja trastocaría drásticamente el funcionamiento de este departamento clave para el futuro, cada vez más incierto, de este observatorio.
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