Quizás sea una de las imágenes más asociadas y reconocibles del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, una de las que, nada más verlas, te hace pensar en este rincón de la península ibérica. Sin embargo, las pitas y sus hermosos y característicos pitacos no son plantas propias del Cabo de Gata.
Es más, los expertos las consideran plantas invasoras y, por tanto, ese paisaje singular, en el que las varas de los pitacos se recortan contra el cielo almeriense, resulta que es prestado.
Las plantas del género Agave, como pitas, sisales y henequén, tienen su origen en América, concretamente en México, donde los mayas las utilizaban para obtener diversos productos. En la época de la conquista, los españoles trajeron consigo distintas variedades de pita y el primer dato de esta planta en Europa fue documentado en el año 1576, en Valencia, según recoge la revista ‘El eco del parque’.
Pues bien, la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio está realizando ensayos de eliminación a escala piloto de plantas del género Agave, dentro de la acción ‘Desarrollo de técnicas de control de flora invasora del litoral’, cofinanciado por el proyecto de cooperación transfronteriza Poctefex Transhabitat_0087 de la Unión Europea.
El propósito es comparar varios métodos de control que puedan utilizarse en el futuro para la restauración de ecosistemas naturales. Aunque las pruebas se están desarrollando en el paraje almeriense de Amoladeras -en el Parque Natural-, los resultados pueden ser útiles para otras áreas invadidas de Andalucía y el Norte de África.
Años 40 y 50
En Almería, las extensas zonas con sisales tienen su origen en plantaciones realizadas entre los años 1940 y 1950 para la producción de fibra como la rafia y cuerdas o sacos.
Estas plantaciones fueron abandonadas debido principalmente a su baja productividad y a la aparición de las fibras sintéticas. Desde entonces, se han ido extendiendo, especialmente en hábitats costeros, donde colonizan ecosistemas naturales que son de gran valor medioambiental.
Entre los métodos que se están probando, se incluyen desbroces y ensombrecimiento con geotextiles, retirada mediante tracción mecánica de pies adultos unida a la retirada manual de hijuelos y, por último, aplicación selectiva de herbicidas mediante inyección en la base de las plantas.
Durante los ensayos, se compara el coste de cada método, el tiempo de ejecución y en qué medida se consigue la recuperación de la flora y fauna nativa. De este modo, las actuaciones que puedan ponerse en marcha en el futuro de control de sisales aprovecharán esta experiencia almeriense.
Pero ¿cómo sería el Cabo de Gata sin pitas ni pitacos? Aunque cuesta imaginárselo y aunque la intención de la Junta no es eliminarlas totalmente, sino controlar su expansión, muchos se sorprenderían de ver el Cabo con plantas y arbustos de pequeñas flores capaces de vivir en un terreno tan árido como el del Parque Natural.
En la zona donde ahora reinan las pitas, se asentaba vegetación propia de una estepa litoral, con matorrales arborescentes como el azufaifo y otras especies interesantes como el azafrán de Almería, el tomillo ‘colorao’, el chumberillo de Lobo, la jarilla almeriense o el jopo de lobo.
Río Aguas
Energía renovable, plástico orgánico, tablas de surf y fundas de coches son ejemplos de nuevas aplicaciones de la Pita. Aunque ya son pocos los que aprovech
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