Cinco meses lleva la Junta dando el servicio de atención psicológica a los menores hijos de mujeres víctimas de malos tratos y violencia de género que viven en el ámbito rural. Y en ese tiempo, ya se han atendido a 72 menores y 54 madres, una cifra bastante alta si tenemos en cuenta que a lo largo del año pasado los menores atendidos fueron 80.
La coordinadora del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), Paqui Serrano, explica que el hecho de ampliar este servicio a los municipios se ha debido a que se veía “una cierta deficiencia en el ámbito rural que se ha acrecentado con la crisis económica por problemas para trasladarse a la capital”. Serrano recuerda que la Junta tiene la obligación de prestar ese servicio y lo mejor es acercarlo al ciudadano lo más posible.
Aunque aún lleva poco tiempo en marcha, la coordinadora del IAM reconoce que en los pueblos, y cuanto más pequeños peor, cuesta trabajo captar a las mujeres y a sus hijos porque “hay prejuicios, nos conocemos todos, los estereotipos sobre la violencia de género tienen más peso, persiste mucho machismo y, además, si te ven entrar en un edificio de servicios sociales, todos saben a qué vas”, detalla Serrano.
Presiones familiares
Otra cuestión por la que en el ámbito rural cuesta más trabajo que den el primer paso y pidan ayuda es, según Serrano, porque las presiones familiares pueden ser muy fuertes, llegando incluso a aislarlas.
En cualquier caso, Paqui Serrano insiste en que lo positivo es que, “una vez que han dado el paso, la atención la tienen cerca. El territorio no puede ser un obstáculo”, y, de hecho, algunas de las mujeres y sus hijos que son atendidas acuden a otro pueblo.
Los menores que entran en este programa, con edades entre los 6 y los 17 años, reciben una atención psicológica individualizada, aunque también se trabaja con la madre, para darle una serie de pautas que ayuden a corregir ciertos comportamientos que se estén dando en el hogar.
“El machismo es un problema cultural que se transmite y los menores aprenden los comportamientos que ven en casa”. Así, hay muchas posibilidades de que el hijo se comporte de forma prepotente como el padre y que la hija acabe imitando el papel de sumisión de la madre. O lo que es lo mismo, pero mucho peor, que el hijo de un maltratador acabe de adulto ejerciendo violencia contra su pareja y que la hija termine aceptando la situación.
El programa funciona y, aunque se pasa mal viendo tanto sufrimiento, “luego he podido ver la luz que desprenden estos menores cuando han superado la situación”.
Aunque el trabajo de captación de estas mujeres y sus hijos se hace desde los centros de información de la mujer que hay en los municipios, en aquellos casos en los que no haya, se habla con el alcalde para que desde el ayuntamiento de dé a conocer que existe este servicio.
Colaboración
Con el objetivo de dar a conocer este programa, Serrano cree necesaria la colaboración institucional y, aunque ya se trabaja con Educación, ahora se va a hacer con centros de salud. La coordinadora del IAM hace un llamamiento “a la implicación de la administración local, que es la más cercana, y tiendo la mano a todos los ayuntamientos para que nos pidan información sobre este programa”.
En el caso de que los menores se hayan quedado huérfanos, el programa de atención de la Junta tutoriza a sus responsables legales.
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