El pregón pronunciado por Simón Ruiz, redactor jefe de La Voz de Almería, ha sido uno de los puntos de arranque de las fiestas de Carboneras en honor a San Antonio y que tienen como protagonista a la tradición centenaria de los Moros y Cristianos.
Esta es la transcripción literal del pregón que anoche pronunció Simón Ruiz en el Parque Andaluz.
Queridos paisanos:
A escasos metros del Parque Andaluz, cada 12 de junio, miles de velas iluminan la noche de Carboneras. Alumbran el cielo de un pueblo que a esas horas da muestras de su devoción a San Antonio a las puertas de su remozado Castillo.
Recuerdo desde mi niñez cómo las mujeres pasaban la noche entera junto al patrón mientras en la verbena, en la Glorieta, se tocaban las canciones de moda, salpicadas con los pasodobles, … Poca gente bailaba, y mucha miraba, pero estábamos en fiestas y llevábamos ropa de estreno. Mi madre, Beatriz Carrillo, me compraba todos los años un pantalón en la María del Pavero. Era la señal de que la fiesta llegaba.
Estábamos en el mes de junio y las fachadas de nuestras casas, recién encaladas, relucían. Todo era inmaculado.
Como aquel pantalón blanco que destrozó por completo un petardo estallado por el compañero de colegio. ¿Sería Pepe El Parao?
Por la Glorieta pasaba todo el pueblo. Desde los pescadores que llegaban del turno hasta los cortijeros de La Rambla o El Llano. Y allí estaba, ojo avizor, San Antonio. Deseando que los Taconeos contaran cómo les había ido en la marrajera. Con el aroma de los pollos asados que no paraban de dar vueltas, relamiéndose de las medias lunas que nos traía El Santero desde El Llano, y con ese turrón duro que tanto sigue gustando a mi padre, Juan Ruiz.
Aquí sigue entre nosotros el Santero. Como los hermanos López, con su Noria. La ponían por donde está ahora Cajamar. Mi tío Simón nos regalaba las fichas de color rosa que le daban a él.
San Antonio, los que nos fuimos pero siempre estamos, recordamos las copas de menta que se tomaba Antonio el Barbero para que pudiéramos escucharle con la voz limpia, poco después del amanecer, sus disputas con los moros.
Al final ganamos los cristianos, siguiendo el guión de Don José Fernández. El Morrina y su compañero inseparable,
Juan el Porra, peleaban por el santo, pero al final se tomaban juntos el diputado, - así llamaban a un vaso de vino blanco -, donde Antonio el de la Manuela.
Ay, San Antonio, que parece que fue ayer cuando el tío Ramón de la Cueva vendió sus tierras para que llegara la cementera y este pueblo viera el regreso de esos emigrantes que se fueron a Francia, a Cataluña, …
Antes de eso vino Madame Dominique, con su camello, precursora de lo que hoy es Carboneras. Aunque muchos no lo sepan, trajo en cada joroba ese francés o francesa que nos situó en el Atlas. Que no se nos olvide, Paquirri, porqué nos gusta tanto la petanca. Carboneras es hoy, gracias a San Antonio, mucho más grande de lo que nos imaginamos.
A la luz de esas velas, mientras una noche como la de hoy nacía mi hija Celia, os pido que seáis felices como lo soy con este Pregón. Que nuestro Patrón nos anime a seguir contemplando la belleza de este pueblo, con la playa de Los Muertos o del Corral; escuchando la plegaria en la Novena que desde el Cielo nos canta María la de la Manolita, junto a Anica con sus muletas.
San Antonio de Padua bendito, de tu pueblo patrón singular, Carboneras pregona tu gloria, … Y en tu
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