“No hay nada parecido a la talla de la Virgen del Saliente”

El restaurador de la imagen habla en una entrevista del estado de la Pequeñica y de su trabajo

Gilabert en su lugar de trabajo dentro del monasterio del Santuario del Saliente.tyle>.apq
Gilabert en su lugar de trabajo dentro del monasterio del Santuario del Saliente.tyle>.apq
Guillermo Mirón
23:15 • 30 jun. 2014

Tiene entre sus manos el bisturí y las herramientas con las que tratar la cara más conocida de Albox en los últimos siglos. Mientras lleva a cabo la ‘cirugía’, un ejército de devotos aguarda expectante el resultado de tan necesaria intervención.

Sin embargo, estos factores que rodean el trabajo que afronta Joaquín Gilabert López (Arboleas, 42 años) no le suponen una responsabilidad mayor de la que ha tenido en otros cometidos. El encargado de restaurar la venerada Virgen del Saliente, la Pequeñica, se sacude la presión con la naturalidad de un profesional y ve en este encargo una oportunidad. “Siempre he trabajado en Sevilla y en Málaga y esto hará que muchas personas que no me conocían aquí ahora lo hagan. Trabajo tranquilo, seguro de lo que hago”.




Taller ‘idílico’ A la serenidad con la que afronta su encargo seguramente contribuya un inigualable lugar de trabajo. Es en la mismísima casa de la Pequeñica, en lo alto de la Sierra de las Estancias, donde ha situado su taller temporal que describe como “idílico y tranquilo. Un verdadero lujo disfrutar de este magnífico escenario como lugar de trabajo y de descanso”. A tenor de su horario, el trabajo le gana el pulso al descanso por goleada. A las nueve de la mañana comienza la jornada. Es el momento en el que arriba al Santuario del Saliente. Allí, como un monje de los que décadas atrás habitaban el monasterio, permanece acompañado por el silencio hasta las siete de la tarde, cuando vuelve al pueblo arboleano del que es natural.

Sobre la mesa y rodeada de innumerables utensilios de trabajo, una testigo de excepción que en la distancia corta impresiona y que preside la entrevista que protagoniza: la talla de la Virgen del Saliente. Obra barroca que Gilabert cree “de una calidad superior. No hay nada parecido. El tamaño, la perfección, su complejidad...” dice mientras señala detalles de los dragones de la imagen, que representa una escena apocalíptica.




Restauración
Los fieles pueden estar tranquilos. El restaurador explica que su trabajo se rige “por el máximo respeto” a la obra original. Tanto es así que si no hay evidencias de cómo era una parte de la talla directamente no se reproduce. Por fortuna, la mayoría de partes desaparecidas con el tiempo como cuernos de los dragones o incluso un dedo meñique de la Virgen tienen más réplicas que posibilitan su restauración. Pero el gran deterioro que presenta la talla no es solo producto del tiempo.

Como él mismo recuerda, la obra sufrió una Guerra Civil en la que fue “de un lado para otro” para mantenerla a salvo, además de restauraciones de aficionados que por suerte no acabaron como el famoso Ecce Homo de Borja aunque no fueron de gran ayuda. En cuanto a los elementos más necesitados de una restauración, contesta sin  dudar. “Todo. Soporte, policromía, zonas con peligro de desprendimiento....”.

Responde calmo Gilabert. La palabra “presión” solo aparece al hablar del plazo de finalización acordado (antes de la romería de septiembre). Reconoce que es el tiempo “justo” pero que salvo una cuestión de gravedad “como que me ponga malo” la imagen se presentará ante sus fieles. La Pequeñica permanecerá hasta entonces oculta al público, en manos de quien, salvo un contratiempo inesperado, hará a esta talla “única” resplandecer de nuevo.









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