La calabaza de Almería más famosa de las redes sociales no llegó a este mundo por sorpresa ni accidente. Lo sabe bien Antonio Navarro López, agricultor de Tíjola que la plantó en la primavera pasada. Durante todo el tiempo de su cultivo y crecimiento fue su compañero fiel. Además de regarla de continuo le echaba abono y estiercol.
“Todos los días iba a verla, por la tarde y por la mañana”, así más de tres meses.
- ¿Y le hablaba?
- (risas) “No le hablaba pero le ponía interés. En el campo estás solo cuando no es tiempo de contratos. Y cuando estás con el árbol es como cuando estás con tu hijo”, confiesa a LA VOZ.
Llegado el momento, Antonio no tuvo dudas como cualquier padre que rompe amarras con sus hijos y no le dio pena arrancar el enorme fruto de su mata. “Es una cosa natural, la arranqué cuando vi que la calabaza dejaba de crecer y la mata se echaba a perder”. Con su hijo Víctor, otras dos personas y una enorme cuerda acarrearon la calabaza de 280 kilos hasta un palé, que la llevó hasta la furgoneta. Fue primero a pesarla y luego la llevó al restaurante El Paso de su tocayo Antonio en Tíjola. A partir de ahí llegó la divertida fama a través de LA VOZ DE ALMERÍA, aunque este humilde agricultor no la buscó en ningún momento. “Mi mujer está sorprendida y me ha dicho en qué líos me meto”.
Lo buscaba Pero a Antonio Navarro López no le llegó esta calabaza enorme por sorpresa. De hecho, es la segunda que consigue. “Me dieron las semillas hace dos años y me dijeron que eran gordas. Yo ya las saqué grandes el año pasado. Me las dio un amigo de Tíjola que trabaja con Estanislao”, recuerda. Con esta nacieron otras tres hermanas más pequeñas, una que pesa 200 kilos y otras dos que no llegan. Una de ellas la ha probado ya en fritá, “está buena de comer”, y asegura que con el tamaño no se alteran su sabor, textura y olor.
Siendo esta calabaza de 280 kilogramos la segunda gigante que cultiva, Antonio va a por su propio récord. Anuncia que repetirá semillas y buscará alcanzar una calabaza que alcance peso de competición. Aunque no lo sabe con exactitud conoce que hay un concurso por el norte de calabazas gigantes. Es en el pueblo navarro de Valtierra.
Entre higos y brevas Antonio tiene cuatro hectáreas que cultiva de forma profesional desde hace más de 30 años cuando dejó el mundo del transporte. Tiene cerezos pero sobre todo higueras breveras. “Este año he tenido muy pocas porque vino una escarcha muy mala. Estoy pasando muchísimas calamidades pero es algo que me gusta”, dice rotundo.
El año pasado tuvo 8.000 kilos de brevas y éste espera cosechar 12.000 de higos, que vende casi exclusivamente en Málaga y Granada. Cuando llega la cosecha contrata a dos mujeres y también le ayuda uno de sus hijos que es profesor de inglés en paro. Antonio se ríe cuando el inexperto de asfalto le pregunta por qué no se aplica para sacar también un higo gigante.
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