Unos días para reivindicar la tradición

Los Moros y Cristianos son el mayor atractivo de unas celebraciones que se viven con devoción

El alcalde Guillermo Mesas, en la redacción de La Voz de Almería.
El alcalde Guillermo Mesas, en la redacción de La Voz de Almería.
Luis F. Bonilla
23:46 • 07 nov. 2014

Olula de Castro vive este fin de semana sus patronales reviviendo su tradicional y conocida batalla entre moros y cristianos. Esta costumbre, en honor a su patrona, la Virgen del Patrocinio, se ha convertido a lo largo de los años en todo un símbolo celebrado por centenares de devotos en el municipio.




A diferencia de las Fiestas del Emigrante, que se llevan a cabo en agosto, las Fiestas Patronales “cuentan con un carácter más religioso y recogido”, en palabras del alcalde del municipio, Guillermo Mesas. Unas celebraciones que, cuentan con todo el encanto de los pueblos de la Comarca de Nacimiento, muestran la diversidad y la riqueza cultural de Olula de Castro.




El primer edil oluleño quiere resaltar, por encima de todo, el valor de sus gentes; la hospitalidad y la cercanía de los habitantes de Olula de Castro: “Siempre tienen la puerta abierta y una palabra amable para que los visitantes se sientan como en casa”.




Como novedad más importante de la edición de este año, y con motivo de la renovación del altar de la iglesia del pueblo, el obispo de Almería, Adolfo González Montes, ofreció una misa en la tarde de ayer que fue acogida de manera multitudinaria.




Además, la celebra batalla entre moros y cristianos de Olula de Castro trae en esta ocasión un escenario diferente, con la construcción de dos castillos, uno para cada bando, desde los que los guerreros se enfrentarán en su anual contienda.




A pesar de la espectacularidad de estas fiestas, desde Olula destacan sobre todo los encantos de su pueblo como un lugar donde la tranquilidad y la vida apacible toman verdadero sentido. “Animo a los visitantes a que experimenten por ellos mismos la relajación que supone desconectar allí. Tratamos de conservar la vida tradicional, la libertad de poder dejar a los niños por las calles con total confianza, respirar aire puro y charlar con gente mayor de historias de su vida y, por supuesto, probar nuestra maravillosa gastronomía”, resume el alcalde.






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