La Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía ha realizado la siembra de 183 plántulas (plantas vasculares) de Posidonia oceánica en varias zonas del Monumento Natural de los Bajos de Roquetas de Mar y en el Paraje Natural de Maro-Cerro Gordo (Granada y Málaga), para facilitar en estos enclaves la recuperación de este hábitat marino.
Según ha informado la Consejería de Medio Ambiente, los trabajos, realizados en diferentes tipos de sustratos como arena y mata muerta, se han podido llevar a cabo tras detectar durante la pasada primavera los técnicos del Equipo del Medio Marino de la Consejería de Medio Ambiente un episodio de floración considerable tanto en la Zepim (Zona especialmente protegida de importancia para el Mediterráneo) del Levante almeriense como en el Parque Natural de Cabo de Gata-Nijar y en la bahía de Almería.
Esto permitió recolectar cerca de 200 frutos, los cuales fueron enviados al Laboratorio de Propagación Vegetal, ubicado en el vivero de San Jerónimo (Sevilla), donde se procedió a su siembra en cámara de cultivo.
Tras su germinación, y transcurridos entre cuatro y cinco meses, se obtuvieron un total de 183 plántulas, de las cuales algunas se mantuvieron en líquido hasta el momento de su plantación en el medio natural y otras se trasplantaron a un sustrato sólido, proveniente del lugar en el que iban a ser sembradas posteriormente.
Regeneración
Entre los métodos que se están desarrollando para la restauración y regeneración de las praderas de las fanerógamas marinas destacan la recolección de plantas a la deriva o extraídas de una pradera donante para su posterior trasplante, así como la obtención de semillas para su siembra y germinación en laboratorio.
La Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía ha recordado que las praderas de Posidonia oceánica son muy sensibles a determinadas actividades antrópicas, por lo que se encuentran en grave regresión en todo el Mediterráneo por causas como la pesca de arrastre ilegal, las obras litorales o la contaminación.
Este hecho, junto al elevado valor de este ecosistema litoral y a su difícil recuperación, ha motivado que sea considerado como hábitat de interés prioritario por la Unión Europea.
De un gran valor
La importancia de estos ecosistemas marinos radica en la gran diversidad de especies que llegan a albergar, su contribución a la conservación de los ecosistemas costeros -fijan los fondos y los protegen de la erosión-, el atractivo que suponen para el desarrollo de un sector turístico sostenible o el papel que juegan en la estabilización la línea de costa.
Estos ecosistemas son además sumideros de carbono azul, por lo que su conservación es fundamental para el mantenimiento de los niveles de gases de efecto invernadero.
Dada la importancia de la Posidonia hay que extremar la precaución para su conservación. Y es que, además, las praderas que se pierden tardan siglos en recuperarse. La posidonia crece extremadamente despacio, entre 1 y 6 centímetros por año.
Con cada metro cuadrado de pradera que se conserva se gana biovidiversidad en los fondos marinos, aguas transparentes y bien oxigenadas, arenas en las playas, recursos pesqueros y turísticos y de desarrollo local.
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