El Ejido y Newcastle, 2000 km de distancia conectados por el amor

Gemma Córdoba y José Moral son dos ejidenses que viven en Newcastle (Inglaterra)

La pareja posando en uno de los lugares más emblemáticos de Newcastle, la estatua del Angel of the North.
La pareja posando en uno de los lugares más emblemáticos de Newcastle, la estatua del Angel of the North.
Alberto Cerezuela
01:00 • 09 nov. 2015

¿Qué estarías dispuesto a hacer por amor? Gemma Córdoba dejó su trabajo, su familia y su vida en El Ejido para acompañar a su marido en Newcastle, ciudad inglesa donde José Moral trabaja como veterinario en la Clínica Value Vets Consett.




Cuando se vieron por primera vez en un gimnasio del Poniente, no imaginaban que la vida les depararía esta aventura.




José, nacido en Córdoba pero residente en Santa María del Águila durante diez años, estaba cansado de la situación laboral que tenía. “Tenía trabajo pero, aunque suene a tópico, no me sentía realizado. Por eso decidí probar suerte en otro país”. En ese momento eran novios y, a pesar de la distancia, se casaron. “Aprovechamos unas vacaciones para venir a Almería y casarme con ella”, dice José. Pero siguieron separados. Pasaban los meses y los 2000 km que separan El Ejido de Newcastle pesaban mucho, así que Gemma, que era jefa de Recursos Humanos del Centro Comercial COPO, se armó de valor, hizo las maletas y siguió lo que su corazón le dictaba.




El paso
Pero solo aguantó dos semanas. “El cambio fue horrible. Ya no solo por echar de menos a mi gente o por no saber hablar inglés, sino por el tiempo. Acostumbrada al sol de Almerimar, no soportaba que todos los días estuviese nublado o lloviera”. Aquí, rodeada de sus amigos, comprendió que estos obstáculos eran una prueba para afianzar su amor. Volvió a coger la ruta Málaga-Newcastle y ya lleva dos años allí. “Lo más complicado es no poder relacionarte con la gente. Me pasaba el día escuchando hablar inglés  en la calle, en el supermercado, en la TV, en radio -no ponen ni una canción en español- y cada noche terminaba mentalmente agotada porque no conseguía entender nada”.




Adaptación
Hoy, recuerda con gracia una anécdota. Su marido la animó a puntarse a un gimnasio para conocer gente. Como hacía frío, Gemma entró al local provista de varias mangas, un plumón y un gorro. “Apareció un chico y comenzó a explicarme el funcionamiento. Como me daba vergüenza decirle que no entendía nada de lo que me estaba diciendo, le dejé hablar... ¡Estuvo media hora hablándome y yo sin quitarme el plumón!Entre los nervios, el calor y la vergüenza que estaba pasando, ese día sudé más que en el resto de meses haciendo ejercicio”. 




La ayuda de su  marido fue fundamental para que Gemma se adaptase a su nueva vida. Él contaba con una ventaja fundamental: dominaba el idioma. Esto le permitió, casi desde la primera semana, hacer cosas tan habituales allí como salir a los pubs a beber pintas, asistir a los partidos de la Premier del equipo local o disfrutar de su pasión, el running.




Por supuesto, a José Moral también le han perseguido las inevitables anécdotas. “Lo que peor llevo es soportar los meses de invierno. A alguien acostumbrado al solecito de Almerimar lo pones a andar y conducir por la nieve... Recuerdo la primera nevada de mi primer invierno. Imagina copos de nieve enormes cayendo, luces de Navidad y villancicos en las calles, niños jugando... Suena idilico ¿verdad?¡En absoluto! Salgo del trabajo y a duras penas consigo llegar al coche después de varios resbalones, me encuentro que estaba casi enterrado. Medio metro de nieve lo rodeaba por todos lados. Obviamente en mi vida he llevado nada para la nieve en el maletero del coche y no iba a ser menos ahora, así que me tocó esperar más de una hora, pelado de frío. Un alma caritativa me dejó una pala y pude salir”, relata con ese característico acento cordobés que aún no ha perdido. “Desde entonces, en el invierno, una pala, un poquito de sal y spray descongelante para cristales son mi mejores amigos”.




No hay un solo día que Gemma no eche de menos El Ejido. “Ahora seguimos la serie ‘Mar de Plástico’ y cuando veo alguna localización que conozco, se me saltan las lágrimas”. Le faltan, además, “tonterías que no sabes que son tan importantes hasta que no las tienes”, como las pipas Tijuana y las patatas fritas sabor jamón. Y las fiestas... “Ahora son los bonfire night, donde la gente hace hogueras y fuegos artifiales. Inevitablemente tengo que pensar en lo bien que lo pasaba con mis amigos en las hogueras de San Antón”. La pregunta obligada es si volverán. No lo saben, y no porque les dé igual sino porque estando juntos son felices en cualquier lugar del mundo



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