“La noche anterior a la de los atentados estuve en el bar de los primeros tiroteos”

Fabienne Brunelat es una parisina que, desde 2013, pasa los veranos en su piso de Almerimar

La francesa disfruta de Almerimar.
La francesa disfruta de Almerimar.
Alberto Cerezuela
06:00 • 20 nov. 2015

Fabienne Brunelat y su marido se enamoraron de España. Por eso, durante muchos años, cada verano hacían el trayecto que les llevaba desde París hasta nuestro país a bordo de su autocaravana. Y un buen día descubrieron Almerimar y, en ese momento, surgió la pasión por el Poniente almeriense. “En agosto de 2013 nos perdimos intentando aparcar en Aguadulce y decidimos seguir por la autovía hasta encontrar un nuevo destino. Sin saber muy bien cómo, aparecimos en Almerimar”. Y tanto les gustó que decidieron comprar, dos meses después, un apartamento allí. “Al día siguiente descubrimos su puerto, sus bares, su paseo marítimo y decidimos que era el lugar ideal para disfrutar de nuestra jubilación”. Acostumbrados a utilizar coche o transporte público en París, les encantó poder tener todo lo que necesitaban a tan solo unos minutos andando. 




Amigos
El carácter afable de este matrimonio provocó que a los pocos días ya fuesen unos ejidenses más. Disfrutaban de la playa, de la pesca, de los amigos que hicieron, como Inogabi, Irene y Paqui, de los vecinos de la urbanización “Bungalows del Golf”, las tapas del bar Manolo o del Tonel, y las comidas en el restaurante La Almadraba. Pero todo se complicó. Su marido falleció y los veranos en el Poniente almeriense ya no serían lo mismo. 

Atentados
Inevitablemente, la conversación tenía que derivar hacia los terribles acontecimientos del pasado viernes 13. Y es que Fabienne vive a tan solo dos calles de donde se produjeron los primeros tiroteos. “La noche de antes estuve en el mismo bar en el que al día siguiente hubo 9 muertos”. Allí tomó una copa de vino antes de entrar al espectáculo del Palais des Glaces. “Tenía entrada para un espectáculo en la Plaza de la República al día siguiente, pero pensé que lo mejor era quedarme en casa”. Ahora siente miedo. Le preocupa que se puedan repetir en los próximos días. “No quiero cambiar mi forma de vida porque entonces ganarían ellos, pero por ejemplo ahora en el metro todo el mundo está en silencio, y miramos cualquier movimiento extraño”. Reflexiona, resignada, sobre lo que se puede hacer para evitar nuevos atentados: “No tienen miedo a morir porque creen que irán al paraíso”. Solo espera que no se produzcan incidentes racistas.










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