El ejidense José Antonio Rueda es todo un trotamundos. Allá por 2009, no le tembló el pulso cuando decidió marcharse al extranjero “para tantear el terreno en busca de una oportunidad”. Su primer destino fue Bulgaria. “Estaba en paro y la prestación se me acababa, por lo que me interesé por el Servicio de Voluntariado Europeo”. Esto le llevó a colaborar durante 10 meses con una asociación cultural de ese país. “Esto supuso un punto de inflexión en mi vida. Por primera vez ejercí de profesor de español, experiencia que me animó a matricularme en el Grado de Lengua y Literatura españolas. Y por otro lado pude conocer Europa del Este, todo un descubrimiento para mí ya que tenía una imagen estereotipada y negativa de estos países”. Allí, José Antonio conoció a un sueco que le abrió un mundo nuevo: los ‘call-centers’ polacos. Las multinacionales se instalan en Polonia para ahorrar en sueldos y aprovechar la estratégica situación geográfica del país. Pagan 400 € al mes a hablantes nativos de todos los idiomas.
REGRESO
Así, el ejidense no se lo pensó dos veces cuando, tras haber regresado en 2010, le surgió la oportunidad. “Si los almacenes hortofrutícolas cuelgan carteles en los que se lee que no se aceptan solicitudes de trabajo, es que la cosa está muy mal”. Puso rumbo a Szczecin, ciudad polaca donde una academia de idiomas se interesó por su situación. “Desde que vivo aquí, compagino la enseñanza con el servicio de atención al cliente en un call-center”. Lo primero le encanta, lo segundo lo hace por necesidad. La ciudad está a poco más de 100 km de Berlín, y la adaptación fue dura.
SZCZECIN
“A pesar de que la ciudad era grande, no tenía vida social”. José Antonio experimentó en sus propias carnes lo duro que es vivir en un país en el que no es el tuyo y enfrentarse a un idioma que no dominas. “Por ejemplo, la gramática cuenta con siete casos, así que el final de cada palabra varía si se usa como sujeto, complemento...”. A pesar de ello, consiguió un puesto en Microsoft. “Pensaba que no iba a ser capaz de afrontar ese trabajo y mucho menos en inglés, pero descrubres que cuando en tu país casi te tratan de inútil, en otros te valoran aptitudes que tú casi que desconocías”, confiesa.
Esta ciudad le hizo tilín a José Antonio y no dudó en mudarse. “De momento estoy muy contento. He vuelto al servicio de atención al cliente, en inglés y español, y estoy satisfecho con el ambiente”. Y es que Breslavia será capital europea de la cultura en 2016 junto a San Sebastián (se eligen dos, una en Europa Oriental y otra en Europa occidental), además de ser el centro neurálgico de Polonia. Todo esto, unido a su cercanía geográfica con Alemania y República Checa, hace que sus calles sean un animado batiburrillo de idiomas y culturas. Quizá por eso algunas multinacionales se han instalado aquí.
Aunque echa de menos El Ejido, José Antonio no piensa en volver. Sabe que aún le aguardan grandes oportunidades laborales allí (ahora también trabaja de DJ). “Añoro la comida y los bares de tapas, pero hay falsos tópicos. En un supermercado polaco encuentras lo mismo que en uno de El Ejido. El problema está en los bares. No existe un lugar para café, tostada y periódico... ni las tapas, por supuesto, pero Polonia es un paraíso para los vegetarianos, los veganos y los pescetarianos como yo”.
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