“El Ejido tiene un humor especial y universal. Su público es maravilloso”

Para entrevistar a Paco Calavera hay que estar preparado. Primero, para intentar contener la risa; y segundo, porque no sabes qué sorpresas se puede sacar de la manga. En este caso, el actor y cómico almeriense se presentó a la cita con su inseparable compañero Alvarito, que no dudó en sumarse a esta peculiar conversación.

Paco, antes de nada te tengo que preguntar algo. ¿Qué te pasa con Cuarto Milenio? Metes mucha caña. 
Perdona pero yo soy fan del programa. Pero también soy cómico. Hay un equilibrio entre ser fan y sacarle cachondeo al asunto siempre y cuando no se falte el respeto (ríe). ¿Cuándo me vas a llevar al programa?

Cuando menos te lo esperes, y te dejaré allí entre los decorados de monstruos y seres extraños a ver si sigues con el cachondeo. Ya te pasó algo en el Teatro Cervantes por reírte de lo que no debes. 
Sigo pensando que alguien me mintió. Hice un experimento paranormal allí, estando solo 5 personas un miércoles por la mañana. Dije: “Si hay alguien aquí, que haga una señal”, y de pronto se escuchó un estruendo tremendo en un palco. En el momento se me pusieron los pelos de punta, pero creo que lo hicieron para tener un vídeo más impactante. Se quedaron conmigo.  
 
Conoces bien ese lugar porque, entre otras cosas, estáis ensayando allí la nueva obra que espero traigáis al Poniente.
Sí, de hecho será de los primeros sitios que visitemos. Se titula ‘Aquí, sufriendo’ y por supuesto estoy con Kikín, Alvarito y Pepe Céspedes. Nuestra intención con el proyecto era que nosotros llorásemos de risa. Contiene un humor más absurdo que nunca y hemos estado trabajando en ella durante dos años. Quiero que la gente se ría con nosotros y de nosotros.

¿Notáis diferencia en el público del Poniente con respecto al de Almería? ¿Es distinto el humor?
No. Incluso creo que, a veces, nosotros nos cortamos más que el público. Ahora estamos viviendo una época un poco extraña con respecto al humor, sobre todo por la polémica con las redes sociales, el humor negro... Vivimos una época en la que parece que hay que ser políticamente correcto pero el cómico nunca puede autocensurarse. Sin embargo, el público de la calle es lo contrario, quiere más. No recuerdo un solo bolo de Ejido en el que yo no saliera encantado. Hasta a nivel empresarial nos contratan para eventos privados en laboratorios de semillas. No te puedes imaginar hasta dónde llega la especialización. Hace poco Kikín hizo un monólogo sobre unas bacterias nuevas que matan a nosequé planta (ríe). Se puede decir que El Ejido tiene un humor especial y universal.
Alvarito: La actuación más surrealista que he hecho fue en la cena de empresa de un semillero. Recuerdo ir con el coche entre invernaderos y acabé actuando en un almacén encima de un palé. Duró dos días y me lo pasé pipa.

Hay una leyenda urbana sobre los cómicos. Dicen que os lleváis mal. 
Calavera: Fíjate si nos llevamos mal que seguimos los mismos que hace años.
Alvarito: Piques dentro de la profesión hay en todos los gremios, pero nosotros por ejemplo nos alegramos si un compañero llega a  televisión.

¿Qué os hace reír? 
Alvarito: Muchas cosas. Desde lo más tonto como que alguien se caiga, hasta un chiste de lo más intelectual. Yo nunca desconecto.
Calavera: En España es imposible ponerse serio. Lo más serio es el cachondeo puro. Por decir algo reciente, la configuración del nuevo Congreso cuando llegan los ecologistas por un lado; la del bebé; el otro quitándole el micro al del PP... Pensé: “Esto promete”.

¿Vosotros votáis?
Calavera: ¡Claro! 
Alvarito: Sí, de hecho en las pasadas elecciones fui presidente de una mesa electoral. Imagínate qué risas.

No todo el mundo tiene por qué entender vuestro humor. ¿Habéis tenido algún problema en alguna actuación? 
Calavera: Ha ocurrido muy poco, pero de vez en cuando pasa. Y no es culpa del público sino del cómico por no expresarse bien. De todas formas, por muy bien que lo hagas, por muy políticamente correcto que seas, siempre va a haber alguien que se enfade. Hace tiempo, cuando hacía café-teatro, tenía como costumbre hacer una foto al público. En el descanso, se me acerca un hombre y me dice: “¿Te crees muy gracioso, verdad? Pues estoy con la condicional y como alguien se entere de que he estado aquí, te mato”. Lógicamente tuve que darle la cámara para que borrara la foto.