María José López López es una de las investigadoras más destacadas de la Universidad de Almería. Aunque su larga trayectoria profesional está cargada de logros que han sido llevados por todo el mundo, no le resulta “nada fácil” hablar sobre ella misma, tal y como afirma a LA VOZ. “Soy de Laujar de Andarax, de lo que me siento afortunada, tengo que decir. Estudié Farmacia en la Universidad de Granada, donde también realicé la Tesis Doctoral en Microbiología. Una vez acabada la Tesis, conseguí una plaza de profesora en la Universidad de Almería, incorporándome, además, en el grupo de investigación BIO-175.
Durante este tiempo, además de impartir docencia de materias relacionadas con la Microbiología en diversas titulaciones de Grado y Máster, he desarrollado actividades de investigación, así como estancias de investigación en la Universidad de Edimburgo y en el Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Actualmente, soy la responsable del grupo de investigación y participo en los proyectos europeos SABANA, LIFE+REGROW, AGRIMAX y RECOVER, este último como coordinadora”.
Mujer investigadora
A lo largo de toda su trayectoria laboral, María José ha tenido que hacer frente a muchos obstáculos. Nadie mejor que ella puede definir mejor qué es ser una mujer investigadora. “La actividad investigadora absorbe mucho tiempo, prácticamente no hay horario. La investigación requiere una actualización continua, muchas horas en el laboratorio, en el análisis de datos... Por todo ello, necesariamente te tienes que llevar trabajo a casa o ausentarte, a veces durante largos períodos. Esto implica restar dedicación a la familia y al trabajo doméstico.
De alguna forma, hablo en primera persona, quizás por inercia social o educacional, las mujeres nos sentimos más responsables de la organización doméstica y familiar, y, aunque estas actividades se desarrollen de forma colaborativa en el entorno familiar, como es mi caso, la sensación de desatender tareas autoimpuestas como responsabilidad supone una carga emocional añadida y un esfuerzo doble. Este, a mi juicio, es el principal rasgo diferenciador entre investigadores de ambos géneros y, probablemente, ocurra igual en otros ámbitos profesionales.
Sin embargo, “el hecho de ser mujer no ha supuesto impedimento en mi promoción, ni en ninguna de las actividades profesionales que he desarrollado. Creo que la mujer es más valorada en algunas actividades, incluyendo el liderazgo, por su capacidad organizativa y de trabajo. Como digo, es una apreciación personal producto de mi experiencia. En el ámbito académico y en las colaboraciones relacionadas con la investigación que he desarrollado, no he percibido grandes diferencias entre los dos géneros. En muchos casos, son mujeres las que toman la iniciativa”.
En este sentido, tal y como ella misma explica, el campo de la investigación ha experimentado una evolución en lo que a igualdad se refiere.
“Quizás uno de los mayores avances sea la mayor presencia de mujeres en cargos de responsabilidad. No obstante, hay muchos aspectos en los que aún hay un largo recorrido por realizar. Es necesario avanzar incidiendo en la educación de base que evite la asignación de roles, y en aspectos tales como la promoción de vocaciones en actividades profesionales restringidas, de forma tradicional, a un género determinado”.
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