Pueden estar orgullosos Gabriel Amat y Javier Aureliano García con la plantilla del Almería. Son grandes embajadores de nuestra provincial lo que le pidas sobre ella: siempre positivos.
Empieza a ser una constante que todos los jugadores que firmamos en el Almería en su puesta en escena digan que: “me hablaron los compañeros muy bien de la ciudad y de la provincia”.
Luego empiezan a competir y nos damos cuenta de lo bien que se vive por esta tierra donde la afición es cariñosa, el equipo paga puntual, y nunca pasa nada.
Eso que antes se conocía como el hambre de triunfar ya esta saciada para la mayoría de jugadores que compiten como entrenan para ser buenos profesionales y poco más. Para crecer ya está el filial.
No podemos seguir por el mismo camino y si salimos de esta habrá que firmar menos y meter más niños en la plantilla para darle un toque de ambición y de hambre al equipo.
Llevamos muchos años pidiendo que el Almería tenga garra, casta, fe y hambre. Cuando lo que les ofrecemos a todos los que vienen y a los que están es pura calidad de vida.
Si les encanta la ciudad de Almería se deberían partir el alma por defenderla y auparla a un lugar mejor. Pero eso es de otros tiempos y ahora toca entrenar y competir para cumplir el contrato.
Lo que me extraña es que en estos últimos años no nos haya salido ninguno actor de cine para dejar su huella para siempre en la ciudad junto al Teatro Cervantes.
Si son tan felices en Almería por qué no hacen felices a los aficionados.
Qué bonita es Almería.
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