La propuesta de Sandoval y la lesión de Juan Ibiza marcaron el desenlace

No se trataba de jugar a pitonisos, ni a pasarse de listillos, cuando en la previa LA VOZ hacía mención del peligro que suponía visitar el campo del colista, con su entrenador amenazado de cese y se recordaba entonces el fracaso del Barcelona ante el Leganés.
El conjunto de Butarque, último de la fila, había afeitado la barba al culé y mirando lo sucedido parecía razonable que los almerienses llegarán al Arcángel con las barbas remojadas, es decir, con la máxima concentración e intensidad para combatir a los locales.  

Amenazado de cese Sandoval entró al partido con la lección bien aprendida: Juego directo para evitar las pérdidas en la presión adelantada del rival, máxima intensidad rozando en algunas ocasiones la violencia y a esperar una oportunidad.
El invento le salió bien al  técnico local ya que ralentizó las acciones de ataque del equipo almeriense restándole efectividad hasta el punto de que no contabilizó ni una sola oportunidad de gol clara en todo el encuentro.

Tampoco abundaron por parte de los locales, pero éstos, además del gol, hicieron intervenir en dos ocasiones a René con acierto.
Como consecuencia el Almería pone punto y final a su brillante racha de juego y resultados. El azar también jugó a favor de los locales con la lesión del central rojiblanco Juan Ibiza. La salida del jugador cedido por el Villarreal que había alcanzado un grado de solidez y compenetración máximas con Esteban Saveljich hizo temblar la seguridad que la zaga almeriense había mostrado en sus dos compromisos anteriores.
Un paso atrás que hay que superar mirando al frente y ganando el próximo (20:30 horas) a Las Palmas.