Cuando con el tiempo se vayan perdiendo las definiciones de señor, honradez, buena persona, dignidad y cariño. Te recordaré. Mi etapa de ‘antialmeriense’ no fue fácil en el Almería y me trataste como a un hijo dando las buenas tardes cuando los porteros ni me saludaban. Hoy que nos movemos por las redes sociales y vale más un vídeo que los sentimientos de las personas: me quedo contigo Pepe García Hueso.
Seriedad
Si alguien en esta provincia no ha conseguido lo que le ha pedido a Pepe García Hueso que lo diga o que calle para siempre. Cuando había problemas para conseguir las entradas los directivos primero y consejeros después remitían todos sus compromisos al jefe de taquillas que jamás les dejaba con el culo al aire.
Era una herramienta de precisión, El primero en llegar y el último en salir con la maleta llena de billetes para seguir dando fútbol a su Almería. Llegó a vender entradas en todas las categorías de nuestro fútbol y siempre con la misma sencillez que transmitía de hombre bueno y comprometido. Blanes hizo miles de fichajes a lo largo de su carrera pero ninguno como Pepe al que le bastaba su palabra como firma de documento. Era muy serio y riguroso con el trabajo. Una garantía para un club que pasaba de poner la taquilla en Benahadux a la tecnología punta del Estadio del Mediterráneo. Esa transición se hizo en el Almería con Pepe García Hueso.
Un hombre de Blanes
Llegaba del Pavía al Almería Ceefe de la mano de Guillermo Blanes. El presidente fundador depositaba todos los dineros del club en sus manos y no necesitaba ni recibos ni justificantes. Bastaba la palabra de su jefe de taquillas para saber como estaban las cuentas del club de sus amores.
Eran tiempos del fútbol a 200 pesetas y de los campos medio vacíos. Tiempos de guerra entre Polideportivo y Ceefe que Pepe supo llevar siempre con la bandera de la paz y su Almería por encima de todas las rivalidades. Hizo favores a todo e mundo y le querían por igual aficionados de uno y otro club que veían en Pepe esa racionalidad en tiempos donde cada calificativo era más gordo que el anterior.
Muchas veces tuvo que salir de la taquilla a la puerta de pases para habilitar la entrada de un dirigente del Poli Almería. Así era Pepe, un señor que no sabía de rivalidades y cuando tenía que frenar a sus directivos lo hacía mirando a la cara al mismísimo Blanes para hacerle ver que se estaba equivocando. Yo he sido testigo de conversaciones entre ellos y se imponía la sabiduría y los años de Pepe al impulso gestor de un Blanes en plena furia por llevar a su Almería dos metros más arriba que al eterno rival, Blanes y Hueso eran del mismo equipo y de la misma ciudad y con el paso del tiempo llegaron a reirse de aquellas situaciones que solo el fútbol podía generar entre hermanos: entre buenos almerienses de Poli y Ceefe que solo querían lo mejor para un fútbol que no terminaba de despegar y se moría en nuestras manos.
Siempre el mismo
Los que ahora tienen en sus manos este obituario me darán la razón. Pepe García Hueso era el mismo en la victoria y en la derrota. Sus años de futbolista y de dirigente le sirvieron para hacer amigos y dejar una profunda huella de señorío.
Para saber la taquilla que se hizo en un partido antes de salir del Juan Rojas bastaba preguntarle a Pepe y te decía la cifra y si el club le daba orden de no facilitarla te lo decía igual. Parecía de otra galaxia en un mundo de locos donde las emociones mandaban por encima de las formas.
Si perdía el Almería había que apartarse del pasillo de la sala de prensa cuando bajaban del palco los directivos con Blanes a la cabeza y si ganaba todo eran alegrías. Pero ni para lo uno ni lo otro quedaba e jefe de taquillas del Almería. El hombre estable que ponía la cordura en los momentos de tormenta y templaba nervios ante las situaciones de euforia.
Siempre fue el directivo imprescindible para poner la cordura en aquellas reuniones de la calle Altamira cuando Blanes y Manolo García proyectaban el Almería que ahora tenemos. Pepe García Hueso pasará a la historia como el hombre que vendió entradas en Regional y en Primera División. Siempre el mismo y con su seriedad y señorío
Agradecido
No puedo acabar este recuerdo a Pepe sin mostrar públicamente mi agradecimiento por el trato recibido. Quiero que sepa toda Almería que en mis tiempos de ‘antialmeriense’ cuando ni los porteros me saludaban al abrir la puerta tú desde la taquilla a cuatro metros me dabas las buenas tardes.
Hasta el día que bajó el Almería a Segunda B te preocupaste por mí y me avisaste de lo que me esperaba en la calle. Cuando viajaba por los campos y me cantaban “Hijo de...” allí estabas tú para separarte de la directiva y animarme a seguir con mi labor informativa. Eso me lo llevaré a la tumba Pepe, pero que se sepa.
PD: Decía mi padre que cuando muere alguien si llueve es que el Cielo llora por él.
Almería ha amanecido triste.
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