Lo que pudo ser y no fue. El Almería acariciaba un punto de oro en Granada y a falta de dos minutos llegó el gol de Alejandro Pozo. Fue un partido donde los rojiblancos miraron de frente al que, posiblemente, haya sido el rival más vertical e intenso de las once jornadas disputadas. Por algún motivo era el máximo goleador de la categoría y uno de los más fuertes en su campo. Fue una tarde de desgaste físico y mental a partes iguales. Si el Granada apretaba por bandas, respondían los almerienses con jugadas a balón parado. Las más claras antes del descanso fueron los testarazos de Esteban Saveljich. Mientras, los locales lo intentaron con balón largo a la espalda de la defensa y Vadillo perdonó ante René.
El duelo no estuvo exento de polémica y Puertas pidió penalti de Corpas, que ofrece dudas. Empate a cero y posibilidades reales de puntuar en Los Cármenes con un millar de aficionados animando sin cesar. El equipo jugó con 12, y es que desde la grada llegaba el aliento del público, inferior en cuanto a número, pero no en ilusión.
No se amilanó en ningún momento el Almería ante el asedio granadino, quizá no en cuanto a oportunidades claras, pero sí en acercamientos al área. Pero esta plantilla tiene algo diferente a las anteriores y pudo adelantarse, ya que José Corpas recibió en el área, recortó a su marcador y lanzó con la izquierda, pero Rui Silva anduvo rápido de reflejos y evitó el gol que, a buen seguro, hubiera cambiado el desarrollo del choque. Chema por Juan Carlos dio dinamismo al ataque.
El partido agonizaba, el Granada empezaba a tener problemas y Diego Martínez dio con la solución: Álex Pozo. El joven centrocampista resultó fundamental, porque en un fallo en cadena de los rojiblancos en el minuto 88 aprovechó la ocasión para adelantar a su equipo. Centro desde la derecha, los defensores pierden las marcas y el nazarí marca de cabeza, en semifallo. Un gol poco vistoso pero a la vez igual de efectivo que otros. El cuerpo se quedó helado en el campo, banquillo y grada. Tanto esfuerzo no tuvo recompensa y ni siquiera un punto volvió a Almería.
Posiblemente se midieron a uno de los equipos que menos oxígeno da a sus rivales. Un dosis de realismo a un Almería que es capaz de mirar a los ojos a cualquiera, jugando en equipo y desgastándose hasta el final, aunque hay situaciones en las que la calidad acaba imponiéndose, como ayer en Los Cármenes.
El optimista se irá con la cabeza alta, porque sus futbolistas luchan y se entregan. Y el pesimista, que esto se veía venir. El resultado no ya no se mueve. Y perdió el Almería.
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