Quizá el Almería no esté para jugar el Play Off, pero tampoco para sufrir. Precisamente el partido frente al Málaga fue sufrido, como todos los que le esperan al equipo hasta la jornada 42. Delante había una plantilla diseñada para el ascenso, y demostró que con muy poco es capaz de llevarse los puntos. Sin embargo, lo que no se podían imaginar en La Rosaleda era que el Almería iba a estar en la pomada hasta el último minuto. Nada de dejarse ir, de bajar los brazos. En noches como esta queda de manifiesto que el Almería es capaz de mirar a los ojos a los grandes de la categoría.
Misma historia
Se ha convertido en tónica habitual encajar gol fuera de casa antes de primer cuarto de hora. Y ya había comenzado el choque a contrapié, con la lesión en el calentamiento de Juan Ibiza. Su puesto lo ocupó Lucien Owona, que volvía a competir después de los problemas que tuvo en Camerún.
Adrián González adelantó al Málaga tras cazar un gran centro desde la derecha. En acciones como la del 1-0 se demostró que la calidad se paga, y por ello el cuadro blanquiazul solo tiene como objetivo conseguir la Primera.
Sin embargo, el gol estimuló al Almería. Empezaron a sucederse las llegadas al área de Munir, aunque en los últimos metros volvía a fallar la definición. Juan Carlos estrelló una pelota en el poste. Cada oportunidad errada cargaba en la espalda de los futbolistas. Puntuar en La Rosaleda exigía gol. Se llegó al descanso con victoria mínima para el bando local.
Tras el descanso, el Málaga pudo sentenciar en un mano a mano de Keidi salvado por René. Quien perdona lo paga y cuando el duelo se encaminaba a su final, el destino aguardaba una gran alegría para los rojiblancos. Minuto 90, Luis Rioja encara a Cifuentes, consigue llegar al área, y tras una serie de rebotes, supera por bajo a Munir. Éxtasis entre los futbolistas y los quinientos aficionados que soportaron una noche desapacible, con lluvia y fuertes rachas de viento.
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El empate de Luis Rioja no queda en un simple gol, sino en punto y final a una racha de tres jornadas sin marcar y un subidón anímico tras tropezar ante Cádiz y Osasuna. Las caras del equipo a la conclusión del encuentro eran de liberación. Un Málaga todopoderoso tuvo que conformarse con un punto, que a su vez refuerza en su camino hacia la salvación al Almería. Seguramente falte algo en esta plantilla para pensar o soñar con meterse entre los seis primeros, aunque en La Rosaleda sonó con mucha fuerza el lema “Almería nunca se rinde”.
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