Se le iba la fuerza por la boca. Pegaba cuatro voces y luego no era nada. Si, era un pedazo de pan. Un hombre incontenible hacia la victoria porque lo suyo durante el partido era vencer. No existía para él otro lema que el de la victoria y ese gen competitivo lo transmitía de generación en generación a todos sus niños. Miles de futbolistas aprendieron con Antonio Morales López creciendo en una cantera que es un ejemplo en Almería.
Coordinador
Antonio Morales forma parte de nuestras vidas. Si en Los Molinos hubo dos presidentes que dejaron huella el tercero sería Antonio sin haber desempeñado este cargo.
De la mano de Eusebio Navarro llegaba al club cuando Constantino Cortés se apartaba para atender mejor sus negocios. Entró para trabajar en una de las mejores canteras de Almería y la hizo más grande porque no solo puso un organigrama de cantera en marcha, puso muchos duros y miles de euros ya que cuando quería que un futbolista jugase en Los Molinos si el club no tenía dinero él lo ponía con la condición de recuperarlo más adelante, algo que casi nunca sucedió y todos lo sabemos.
Pegaba voces en el banquillo y se volvía incontenible ante la injusticia. Defendía sus colores y a sus jugadores por igual y cuando pitaba el árbitro era un trozo de pan. Un hombre bueno que mimaba y cuidaba a los jugadores. Un padre al que hoy recuerdan con infinito cariño miles de futbolistas que pasaron por sus manos y llegaron lejos
Entrenador
Se sacó el título de instructor juvenil y no quiso llegar más lejos porque le daba para trabajar en todas las categorías de Los Molinos. Siempre ponía a un entrenador y se quedaba dos pasos por detrás echando una mano y con el título preparado por si algo fallaba.
Viendo que Los Molinos iba sobre ruedas en los noventa decidió probar en otros clubes sin desconectar del club blanquillo. Se fue al San Isidro y lo subió a Tercera División con un fútbol de fantasía e hizo lo propio en Berja pero se le escapó la categoría nacional y lo dejó.
Siempre volvía a su casa junto a Pepito y Eusebio Navarro. Los Molinos era su vitamina, una razón de ser, además de su barrio de toda la vida. Allí tuvo generaciones de grandes jugadores que aprendieron mejor o peor a jugar pero se impregnaron de las ganas de vencer de Antonio Morales que desde la banda era fuego arrojado a sus hombres para vencer.
Hizo miles de kilómetros por España buscando a los mejores jugadores a los que buscaba piso y mantenía dentro de sus posibilidades como un directivo-entrenador de los que ya no quedan. Ponía el dinero sabiendo que no lo iba a recuperar. Le daba igual porque era feliz con sus jugadores: su hijos.
Empresario
Los caminos azules de Limpiezas Industriales Hermanos Morales dan la vuelta cada día a la provincia. La empresa familiar que fundara Antonio Morales está consolidada y sus hijos y nietos la van a disfrutar porque él y sus hermanos han trabajado para ello.
Antonio Morales se levantaba cada día muy temprano para iniciar la tarea pero a las 7 de la tarde ya estaba en el Campo de Los Molinos. Nada le frenaba, ni la agotadora jornada podía con él.
Sin fútbol su vida no tenía sentido y sus hijos biológicos y sus hijos deportivos le miraban con admiración viendo como daba la vida por ellos.
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