Un rayo de luz en el descontrol. Umar Sadiq salvó a la UD Almería de otra hecatombe y gracias al empate cortó la racha de derrotas en competición. Pero el análisis va más allá del resultado y el equipo no transmite una idea general de fútbol, ni buenas sensaciones, cayendo en los mismos errores y mostrándose previsible en todas sus acciones. En una semana marcada por las palabras de Petrovic y la respuesta en redes sociales de Samú, el técnico hizo cambios buscando un efecto diferente en el grupo. Sin embargo, el guión de la película fue el mismo. Cunde el descontrol en un Almería muy estirado, dando facilidades al Cartagena y apenas inquietando la meta rival. El dominio con el balón es estéril, ya que la circulación es lenta y no rompe las líneas de presión del adversario. Sabía el conjunto de Borja Jiménez que el momento llegaría. Y así fue. Pasado el primer cuarto de hora, un balón a la espalda de Jorge Cuenca se convierte en gol por la pillería de Rubén Castro y la mala suerte de Giorgi Makaridze, que se mete el balón en su portería. Otro duro mazazo y premio para un equipo que sacó sus armas y se mostró bien trabajado.
Plano
El centro del campo, en esta ocasión con De la Hoz, Petrovic y Aketxe, nunca conectó, y las bandas apenas profundizaron. Las esperanzas estaban puestas en Umar Sadiq. Era el único hombre con capacidad para cambiar la dinámica del duelo. Solo con su presencia ya intimidaba a la defensa. Y tuvo que ser Joao Carvalho, completamente desaparecido como extremo izquierdo, quien asistió al nigeriano para firmar el empate. El portugués, tanto en Las Palmas como ante el Cartagena, se perdió en banda y solo apareció de verdad detrás del delantero. Pero el Almería no terminó de despegar en el encuentro.
Gomes pedía no volverse locos en busca del segundo, pero lo que estuvo cerca fue el gol del Cartagena. Álex Gallar llevaba mucho peligro con pérdidas de balón inconcebibles en la salida rojiblanca. Un resultado que no vale para arrancar de raíz la crisis de juego y resultados, aunque al menos hace puntuar de nuevo al equipo después de tres derrotas consecutivas.
El entrenador tiene mucho por hacer. Hay un descontrol preocupante a la hora de manejar los partidos, ya que no hay capacidad de sorpresa y los rivales saben leer perfectamente los momentos para atacar y hacer daño. Solo Umar Sadiq aprueba en un empate que no deja un buen sabor de boca, porque si el objetivo del club es ascender por la vía directa, los resultados de la jornada y del propio Almería no invitan a soñar. Hay que empezar a construir de nuevo la casa, desde el vestuario, y después con una idea de juego, no fiando el éxito a la calidad o los destellos del delantero estrella.
Tensión
Demasiada precipitación y errores impropios de la calidad del Almería también juegan en contra y provocan que la dinámica siga siendo negativa. Es por ello que también se debe trabajar en el aspecto psicológico. Actualmente es un querer y no poder. De esta crisis solo se sale haciendo vestuario y ganando partidos, porque la realidad dice que esta plantilla ocupa plaza de descenso. Al menos Sadiq salvó un punto. Un poco de esperanza para levantar a este Almería.
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