Un campo que empezó a levantarse en 2007 y se paralizó en 2009 por la crisis vuelve a cobrar vida. Ahora está de moda que los clubes hagan reformas en sus Estadios, sin ir más lejos la UD Almería, que en el medio plazo acometerá las obras de Fase 2 de remodelación eliminando las pistas de atletismo. El Valencia es el último equipo que ha anunciado novedades con el Nuevo Mestalla, la eterna promesa.
El nuevo Estadio valencianista debería estar acabado en 2021 y el viejo Mestalla demolido en 2023 para poder edificar en las parcelas. Desde su llegada en 2014, Peter Lim ha ido incumpliendo los plazos y dando largas a los políticos de la ciudad, que desde 2019 son más beligerantes. Esa relación ha ganado en crispación durante la etapa en la presidencia de Anil Murthy, destituido recientemente por Lim.
La obra eterna
Según informa El País, el nuevo Mestalla respetará el aforo de 70.000 butacas que fijó la ATE, pero comenzará con 49.000, dejando libre el tercer anillo, que sería cubierto por unas lonas. El motivo es que la asistencia a Mestalla en los últimos 8 años no ha superado nunca esa cifra. “No hay nada peor que un estadio vacío”, dijo Schneider.
No obstante, garantizó que están preparados para cubrir los 21.000 asientos de diferencia: ”No deben ser obstáculo para que se bloqueen las obras”, aseguró el arquitecto. “Me parecería una aberración que se tumbara el proyecto”, comentó Inma Ibáñez, que defendió que el proyecto, que cuesta 115 millones de euros, es viable económicamente. “Está respaldado con los 80 millones de euros de CVC, dos préstamos puentes de Caixabank y Rights and Media Funding Limited por valor de 30 millones, y la venta de activos como el terciario del Nou Mestalla y las oficinas del club”, aseveró Ibáñez.
Dudas en la Generalitat
La respuesta está en el tejado de Generalitat y Ayuntamiento de Valencia, pero ahí se abre otro flanco de batalla. Los políticos, que recelan de Lim, estudian al detalle las nuevas garantías económicas y ya han advertido que no aceptan un estadio menor de 70.000 espectadores. Sin estos dos factores, la ATE caducará en julio y el club se quedará sin los beneficios urbanísticos que propone. “Desde la parte del club no queremos judicializar el proceso. El club tiene que defender sus intereses, pero si a pesar de nuestra voluntad de llegar a un acuerdo, presentando un proyecto creíble desde el plano técnico y financiero, la Generalitat decidiera caducar la ATE, esto nos parecería desproporcionado e injustificado”, advirtió Bai.
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